“Casi 8 de cada 10 mexicanos reconocieron estar a favor de un gobierno encabezado por un líder político fuerte” (Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020: INEGI-INE).
¿Cómo explicar esa tendencia autoritaria entre los mexicanos? Imaginemos, para ello, una cebolla blanca pero podrida de adentro hacia afuera.
Quitemos su 1a capa: El modelo económico neoliberal no puede coexistir con una democracia fuerte porque profundiza las desigualdades estructurales -económicas y sociales- que impiden a las grandes mayorías el acceso a su ciudadanía plena e integral.
En México existen ciudadanos de primera y de segunda clase.
Quitemos su 2a capa: el modelo económico neoliberal multiplica el individualismo y la vida privada contra la participación ciudadana y la vida comunitaria.
Debilita una cultura democrática.
Quitemos su 3a capa: el 88% de los mexicanos encuestados en 2018 pensaban que “los gobiernos elegidos democráticamente terminan por beneficiar sólo a unos cuantos grupos poderosos” (Latinobarómetro: 2018).
Quitemos su 4a capa: la democracia ha sido incapaz de cercenar los 6 tentáculos que asfixian la vida cotidiana de los mexicanos:
economía en crisis, credibilidad de la clase política, corrupción, impunidad, violencia e inseguridad pública.
Quitemos su 5a capa: el 48.3% de la población mexicana es mayor de 30 años: 65 millones de mexicanos.
Ellos crecieron alimentando en sus hogares- un PRI autoritario por generaciones. El PRI del carro completo con urnas embarazadas por vivos y difuntos.
El PRI capaz de adivinar el ganador de los comicios electorales meses antes de las elecciones. Si, el PRI represivo y mortal ante la disidencia, por mínima que esta fuera.
Esos mexicanos mayores de 30 años llevan un pequeño PRI autoritario dentro de sus cuerpos que negaría una democracia cabal y aspiraría con nostalgia, por el contrario, el regreso del partidazo de los años 70s.
Sin sorpresas: esa es la cebolla del autoritarismo en México que nutre a AMLO y robustece a su 4T.
Si. Es una cebolla ennegrecida, mohosa y maloliente.