Alrededor del mundo, México siempre se había posicionado entre las naciones más felices a pesar de todos los problemas que siempre han existido y afectado el bienestar de los mexicanos. En 2017 se ubicó como el segundo más feliz de la región únicamente por debajo de Costa Rica y tuvo el lugar 23 de los 149 evaluados mundialmente.
Lamentablemente, en el último informe del Índice de Felicidad nuestro país se ubicó en el lugar número 46, demostrando que la crisis de los dos últimos años ha impactado a los mexicanos y que es parte del resultado de la falta absoluta de actuación de parte del Ejecutivo durante la pandemia que ha tenido a la mayoría de la población angustiada, frustrada, enojada y preocupada por la situación.
Lo que representa la caída en este índice es mucho más que solo el estado de ánimo de los mexicanos pues es un referente sobre la situación que se está viviendo en el país y el bienestar general de todos. Durante 2020 y ahora 2021, las familias se han visto obligadas a quedarse en casa durante semanas o hasta meses. Al mismo tiempo se vive en circunstancias de incertidumbre colectiva entre la falta de empleo, el abandono de los estudios escolares, el trabajo excesivo del hogar, y por supuesto la disyuntiva y posibilidad entre quedarse en casa por salud o salir a buscar o mantener el trabajo.
El pésimo manejo de la pandemia desde el año pasado en el que se ignoraron recomendaciones internacionales, no se implementaron protocolos adecuados, se negaron a observar los ejemplos de otros países que se vieron rebasados por el coronavirus y por supuesto la necedad de López Obrador de privilegiar sus obras faraónicas, que por cierto cada vez van incrementando más sus precios, frente a la urgente necesidad de paliar la pandemia aumentando la ayuda al sistema de salud y ayudar con la condonación de impuestos a los generadores de empleo.
El confinamiento como medida para evitar la propagación del virus se hizo sin un adecuado planteamiento para los millones de mexicanos que se quedarían en casa, no se pensó en un apoyo económico para los ciudadanos que viven al día. El gobierno actuó con los ojos cerrados y no ofreció ayudas fiscales para aligerar la crisis y es que tan solo entre lo países del G20, México ocupa la penúltima posición en estímulos fiscales con un insignificante 0.3% del Producto Interno Bruto (PIB) en comparación con los del Reino Unido en 17.7% o Francia con 15.2% que han buscado proponer soluciones bien pensadas y planeadas para proteger y respaldar a los sectores más vulnerables. Es por eso que la situación además de preocupante se ha tornado complicada pues estamos viviendo una de las peores recesiones en la historia de nuestro país. Aunque tal vez el estadio de béisbol del hermano del tabasqueño no lo sienta tanto.
Por otro lado, la corrupción ha aumentado a pasos agigantados, la impunidad está presente y cada día se hace más evidente para el ciudadano común. El año pasado México se colocó en la posición 124 en el Índice de Percepción de la Corrupción, dentro de un total de 180 países. Además, nos encontramos en el último lugar respecto a los 37 miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y en el décimo octavo dentro del G20. Lo anterior deja claro que nuestro país está en las peores manos en el peor momento y que el presidente se quedó en puros discursos de campaña.
Por supuesto, México es resiliente y no siempre estuvimos tan mal como en los últimos años, con crisis de salud, inseguridad, crisis económica, educacional, la impunidad y corrupción descontrolada. Todos los datos apuntan a que el deterioro de la situación comenzó desde antes de la pandemia pero se aceleró con la ineptitud del gobierno superando los pronósticos más catastróficos. La semana pasada superamos la cifra de más de 200 mil muertes a causa del COVID-19, miles de estudiantes han dejado de estudiar, la extrema pobreza creció en nuestro país, cerca de un millón de negocios quebraron, por decir lo menos. ¿Será que López Obrador aún quiera seguir midiendo la felicidad en vez del PIB?
México hoy, no es un país feliz. Hay frustración, enojo y desamparo. La inacción y la incompetencia del presidente le arrebata a las familias su tranquilidad y las deja sin auxilio. No obstante, hay una oportunidad este 6 de junio por medio del voto de rectificar el rumbo, recuperar lo perdido y reconstruir esta nación. Al tiempo…