Si algo se echará de menos este verano serán los festivales de música con el formato al que los aficionados a este tipo de eventos en vivo y al aire libre están acostumbrados. Las medidas de lucha contra la pandemia han obligado a muchos a cancelarse, posponerse para próximos años o, en el mejor de los casos, a reinventarse para no perder este ocio musical tan habitual en los meses más calurosos. De la situación por la que atraviesan los promotores de estos festivales se habló ayer en la Feria Hispano Lusa de la Industria Musical (Fhlim), en una de las conferencias programadas en la sala del recinto ferial Ifeza, donde se desarrolló durante todo el fin de semana este encuentro entre profesionales.
El sentir general es que es complicado planear proyectos, según está cambiando la situación casi a diario. “Lo que ayer te valía, mañana no es viable, con lo que eso conlleva. No se puede hacer mucho y además con restricciones de aforo, por lo que muchas veces termina no compensado”, reconoce Juanjo Viedma, uno de los precursores del Festival Iruñarock. “Hacer producción para aforos pequeños tiene altos costes, así que yo creo que hasta finales del próximo año, las cosas no mejorarán”, calcula.
Juan Cruz Pascual, organizador del festival Palencia Sonora desde hace 18 años, asegura que se adquiere experiencia para tanto cambio “a pasos agigantados”. En su caso, el evento palentino, ya desde el pasado año, ha pasado del tradicional festival a ciclos. “Es algo inevitable. La maquinaria de un festival no funciona de un día para otro, se trata de trabajo de todo un año. Ya hicimos este cambio en 2020 y será lo que hagamos ahora. A tan solo dos meses, tenemos la misma incertidumbre que el año pasado, lo que hace muy difícil trabajar”, reconoce el organizador, quien pide un poco de consenso entre Sanidad y Cultura.
En este sentido, el apoyo de todos los actores implicados les parece fundamental para salir adelante. “Necesitamos su sensibilidad de las administraciones públicas para salvarnos y para que la cultura pueda seguir funcionando”, subraya Cruz Pascual. Y aunque reconoce que la financiación pública no es imprescindible, sí la considera necesaria en cierto sentido. “Este tipo de eventos nacen por la pasión que tiene la gente que los pone en marcha en esta tierra”, defiende el palentino, por lo que considera que “más allá de campañas y lemas, sería necesario un apoyo monetario”, poniendo como ejemplo que el Palencia Sonora tan solo recibe un 2% de financiación pública. Por su parte, Juanjo Viedma va un paso más allá y reivindica que, quizá más que este tipo de financiación, desde la administración se podría tender la mano a estos eventos a través de facilidades en cobros o en pagos de IVA. “Esto también sería una forma de ayuda, más que un aporte directo, el dar facilidades”, sugiere.
En lo que están todos de acuerdo es en que este tipo de festivales “ofrecen una cultura que no ofrece la administración, así que, en cierto modo, trabajamos en pro de estas instituciones y nos convertimos en un actor más de la comunidad”, apunta.
Por otro lado, la pandemia, sin duda, ha provocado un aumento de la precariedad del sector. “Desde los artistas hasta los técnicos. Parecíamos un sector cohesionado, pero esta crisis sanitaria ha descubierto que tan solo estábamos cogidos por hilos”, compara. Como en tantas otras ocasiones, de los malos momentos surgen grandes ideas y, en este caso, la pandemia ha provocado que haya surgido la Asociación de Festivales, una agrupación que aúna a los organizadores de este tipo de eventos en Castilla y León. “Así podemos lograr más fuerza y luchas de forma conjunta”, indica.
Ayer se cerraba la tercera y última jornada de la Feria Hispano Lusa de la Industria Musical, que volvió a contar con presentaciones de nuevas propuestas alrededor de la música, actuaciones en directo de artistas españoles y portugueses en el recinto Ifeza y el concierto del cantautor Albert Pla, que se subía al escenario, esta vez el del Teatro Ramos Carrión, para ofrecer un siempre singular concierto con su inconfundible voz.