Brandon Rodrigo Neri quería desde niño representar a Cristo en el viacrucis de Iztapalapa, una de las mayores representaciones del mundo, pero ahora a sus 20 años lo hará sin público este Viernes Santo por el segundo año de restricciones debido a la pandemia.
“Es algo que yo quería de pequeño, a los 12 años más o menos, que fue donde me entró esa espinita, esa cosquilla de poder representar a Jesús de Nazaret. Claro, porque como somos iztapalapenses cada año vemos la representación”, cuenta este jueves en entrevista con Efe.
Cada Semana Santa, acuden más de 1 millón de personas a Iztapalapa, la alcaldía más poblada de Ciudad de México, para presenciar la Pasión de Cristo, pero ahora por segundo año consecutivo será a puerta cerrada con transmisiones por internet.
Con casi 6,000 muertes y más de 95,000 contagios, Iztapalapa es la demarcación de la capital con más incidencia acumulada de Covid-19 en México, que suma más de 2.2 millones de casos y cerca de 203,000 muertes, la tercera cifra más alta del mundo.
Por ello, Brandon acepta las restricciones porque en la alcaldía de la capital mexicana aún hay personas que niegan la existencia del nuevo coronavirus pese a ser la zona más afectada del país.
“Es una cosa que tenemos que tenerle cuidado porque sí existe, habrá personas que no creen, pero esta es la realidad, sí existe, y lo que yo les invito es que se sigan cuidando”, manifiesta el joven, quien estudia química en el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
La tradición surge en 1843 tras una epidemia de cólera que azotó a los pobladores de la zona, quienes marcharon en agradecimiento al Señor de la Cuevita, cuyo santuario nacional está dentro de la Catedral de Iztapalapa.
Desde entonces, para los iztapalapenses es uno de los máximos honores participar en el viacrucis, como ya lo hizo la madre de Brandon en el 2000 y su abuela en 1975, ambas como intérpretes de la Virgen María.
“Puedo decir un orgullo más que todo porque vengo de una familia que es arraigada a costumbres y tradiciones, y más que vengo siendo la tercera generación”, expresa.
Pero con la pandemia, Brandon tuvo que esforzarse más allá de los usuales requisitos para interpretar a Cristo, como ser originario de Iztapalapa, tener buena conducta, estar soltero y no tener adicciones.
El que más destaca es medir como mínimo 1.75 metros y gozar de una condición física que permita cargar bajo el sol una cruz que pesa 90 kilos y mide seis metros a lo largo de un trayecto de cerca de 2 kilómetros.
También ha sido un desafío para José Trinidad Guzmán, quien es diseñador del vestuario desde hace 20 años.
El modista diseña 68 ropajes por representación y ajusta las pelucas y barbas al perfil específico de quienes interpretan a Cristo, pero ahora se ha enfrentado al distanciamiento social.
“Afortunadamente ahorita todo va bien, nos ha salido bien. Pero teníamos ese pendiente de cómo vamos a trabajar con esta persona, ahora que todo está escaso y que no están todas las tiendas abiertas”, comenta.
A pesar de todo, José tiene fe en que el Señor de la Cuevita conceda, casi dos siglos después, otro milagro para acabar con esta nueva epidemia.
“Con trabajo muy escaso, pero estamos sobresaliendo, a Dios gracias todo, o sea, la fe es muy grande y todo está saliendo bien”, concluye.