El pasado 28 de marzo México y España conmemoraron 44 años del restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Este evento debe ser revestido de una seria relevancia, particularmente en el marco de las fiestas del Bicencentario de la Consumación de la Independencia de México, el cual tendrá lugar en septiembre del presente año.
A pesar del valioso legado de la herencia española que existe en la cultura mexicana, desde la lengua, la religión mayoritaria, la arquitectura y la gastronomía, la relaciones entre ambos países no han sido siempre dóciles. Tras el derrumbamiento de la Segunda República Española en 1939 y el arribo de los refugiados españoles que huían de la persecución franquista, el gobierno de Lázaro Cárdenas optó por desconocer el régimen instaurado en Madrid, y a la vez, fue uno de los principales promotores de la exclusión de España del sistema de Naciones Unidas formado en 1945.
A diferencia de otras democracias occidentales como Francia, Reino Unido y los Estados Unidos, los sucesivos gobiernos mexicanos desconocieron a la España franquista, derivado de la cercanía del nacionalismo revolucionario con los ideales republicanos españoles y del repudio franco y abierto hacia un un régimen de corte fascista que había alcanzado el poder luego de un golpe de Estado y de una guerra civil apoyado por las armas alemanas e italianas.
En este tenor, el lector recordará la fundación del Ateneo Español de Mexico en 1949: institución que busca preservar el legado histórico-intelectual de los españoles que arribaron a las costas de Veracruz en 1939. Al día de hoy, el Ateneo pervive y continúa asiduamente su misión de perpetuar la herencia de los españoles olvidados del exilio.
Luego, tras la muerte de Francisco Franco y el inicio de la transición democrática, el nuevo régimen, a la sazón encabezado por el rey Juan Carlos I como jefe de Estado y Adolfo Suárez como presidente del Gobierno, iniciaron conversaciones formales con el presidente José López Portillo. Finalmente, tras décadas de rompimiento, España y México reestablecieron relaciones diplomáticas en 1977.
Hoy México y España comparten rasgos que son propios y únicos, desde el ámbito cultural hasta el económico. El Reino de España es el décimo socio comercial de nuestro país, y, de acuerdo a cifras de la Secretaría de Economía, el intercambio ascendió a más de 7,000 millones de dólares en 2020.
El presidente López Obrador, por su parte, muestra frecuentemente reticencias en torno a su voluntad de continuar la edificación de una relación bilateral construida sobre la amistad y la cultura compartida. En este contexto, el lector recordará las reiteradas exigencias del presidente mexicano al rey Felipe VI para que éste se disculpe por los genocidios cometidos por los españoles durante el siglo XVI
Como bien he expresado en el espacio de SDP Noticias, no es válido el juicio histórico sobre otros tiempos con la hermenéutica del presente. Las expresiones de AMLO con respecto a España, a todas luces, no enriquecen, sino al contrario, siembran la discordia entre los mexicanos y al otro lado del Atlántico.
En suma, en el marco del año de la conmemoración del Bicentenario de la Consumación de la Independencia de México, el gobierno mexicano deberá echar a un lado rencores, y redoblar esfuerzos para fortalecer la relación con un país tan cercano a México. Ambas naciones lo merecen.