El escalofriante escenario que se plasma en la película mexicana “Nuevo Orden”, en la que se da cuenta de una rebelión social contra “los adinerados”, con el consentimiento y aprovechamiento de los militares para afianzar su poder en el gobierno, parecería una alucinación, una exageración; pero es una preocupante advertencia visionaria por lo que está pasando en nuestro querido país.
Y es que hoy tenemos a un gobernante que, desde que asumió como Presidente de la República, fortaleció su discurso descalificador y amenazador contra las instituciones políticas y sociales. Se ha ido contra todo: partidos políticos, gobernadores de oposición, comunicadores, Poder Judicial, órganos autónomos, iniciativa privada, intelectuales, padres y madres de desaparecidos y de pacientes con cáncer y VIH; e incluso, mujeres que exigen su derecho a vivir una vida libre de violencia. El resultado es la polarización social.
Ahora, las y los mexicanos libramos una lucha contra un gobernante exacerbadamente autoritario, cada vez más insolente que busca desmantelar a las instituciones y contrapesos que hemos construido a lo largo de décadas. En una estrategia de “infundir miedo” ha emprendido acciones para incrementar la presencia, funciones y poder de las Fuerzas Armadas en espacios civiles.
La mayoría de las y los mexicanos no queremos dictadura, ni vivir paralizados y con miedo, sino en libertad y democracia.
Tenemos claro que la condición esencial para resolver positivamente esta situación es cambiar la correlación de fuerzas en la cámara de diputados y evitar que el partido en el poder retome la mayoría en las elecciones locales. No podemos ni debemos cometer el mismo error cuando se abra el próximo 6 de junio, una importante posibilidad para no caer como otras sociedades hermanas de América Latina.
Es urgente una nueva mayoría política que reoriente el rumbo del país mediante acciones como propone “Sí Por México”: Redireccionar el presupuesto, no derrocharlo en obras faraónicas inservibles y destinarlo, en cambio, al rescate de los millones de micro y pequeñas empresas que cerraron por la pandemia, destinar recursos suficientes al sector salud y garantizar que haya medicinas, apoyar con un ingreso mínimo vital temporal a los más de 12 millones de personas que perdieron sus empleos; recursos suficientes para educación, ciencia y tecnología, y apoyo urgente al campo mexicano.
Poner un alto también a la militarización del país; el Ejército debe estar combatiendo al crimen organizado, no construyendo aeropuertos y trenes inútiles; reformar la Ley de Seguridad Interior y capacitación y profesionalización de las policías; garantizar la igualdad plena entre hombres y mujeres, reformar integralmente, las leyes para combatir cualquier tipo de violencia contra las mujeres y niños; así como restituir las estancias infantiles y los refugios para mujeres violentadas; defender y fortalecer el papel de los órganos autónomos; crear mecanismos para garantizar la libertad de expresión; hacer que las instituciones del Estado sirvan a todas y todos; no que estén en disposición exclusiva del Presidente y su familia; entre muchas otras medidas.
Las campañas para renovar la Cámara de Diputados, así como muchas más para cargos locales ya iniciaron. Este arranque se da en un escenario dual con la insistente intromisión del gobierno federal en el proceso electoral, de la mano de su partido, Morena; y en contraparte una sociedad expectante que exige conocer las propuestas de los partidos y sus candidatos y candidatas, sin dejar de lado una labor fundamental: La intervención ciudadana en las casillas.
Estos son los dos polos del campo electoral hoy en día, y son las dicotomías en las que el país se mueve y de entre las cuales habrá de decidir en los próximos comicios: Conciliación o profundización de los discursos de odio; unidad en la diversidad o división y polarización política y social.
La diferencia nos une como país; no vamos a permitir la división, somos más quienes optamos por la armonía para crecer y vivir en mejores condiciones sin confrontaciones que generen desconfianza y nos conduzcan al abismo.
Las dos grandes coaliciones electorales sintetizan en sus propuestas y candidaturas, dos derroteros del país: Democracia y convivencia pacífica, o dictadura para aniquilar a los adversarios y “enemigos de clase”.
No hay términos medios: O Democracia y paz, o “Nuevo Orden” de corte dictatorial.
Presidente Nacional del PRD