La vacuna rusa Sputnik V está generando un debate en países europeos, algunos de los cuales se abren a la posibilidad de comprarla cuando reciba la autorización de la Agencia Europea del Medicamento (EMA).
Esta es la posición expresada este jueves por el ministro de Sanidad alemán, Jens Spahn, que supone una fisura en la política de compras realizada hasta ahora por la Unión Europea, porque Berlín estaría dispuesto a hacer esa contrato de manera bilateral.
La Sputnik V fue hace unos meses la primera vacuna contra la covid-19 registrada en el mundo y las autoridades sanitarias rusas sostienen que es absolutamente segura, sin efectos secundarios adversos y con una eficacia del 91.6 %.
Actualmente la Sputnik V está sometida por la EMA al proceso denominado de “revisión continua”, un análisis en tiempo real, de los datos sobre su seguridad, eficacia y calidad, que podría conducir a la autorización del uso de ese fármaco en la Unión Europea.
LA SPUTNIK-V NO, POR AHORA
Con la Sputnik-V han sido vacunados unos ocho millones de rusos (un 5,4 % de la población), una cifra corta para un país que está dispuesto a exportarla a otros que, sin embargo, están por delante en porcentaje de vacunación.
Por ahora pocos siguen abiertamente la senda apuntada por Alemania. Sus vecinos escandinavos al norte no han negociado al margen de la UE acuerdos por otras vacunas, incluida la Sputnik V. Pero el pasado 30 de marzo, el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, abordaron con el mandatario ruso, Vladímir Putin, una eventual colaboración relativa a la vacuna Sputnik V, aunque precisaron que esa posibilidad dependerá del avance de la evaluación de la Agencia Europea de Medicamentos.
Un poco antes, a mediados de marzo, se había interesado el primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel, también en conversación con el líder del Kremlin.
El Gobierno austríaco está negociando desde hace varias semanas con Rusia sobre la compra de un millón de dosis para llenar los huecos causados por los cortes de suministro de AstraZeneca, pero no está claro por el momento si la república alpina planea aprobar a nivel nacional el uso de Sputnik o si quiere esperar primero al visto bueno de la EMA
El sistema de compra conjunta de vacunas de la Comisión Europea (CE) con varias farmacéuticas no impide que los países de la UE negocien en solitario con otros laboratorios ni que administren en su territorio vacunas no aprobadas por la EMA, como hace Hungría, que ya administra la vacuna rusa, producida fuera de la Unión y sin el aval de la agencia europea.
Según ese innovador mecanismo, creado hace un año por el Ejecutivo comunitario para evitar una competición entre Estados miembros como ocurrió en los primeros compases de la pandemia con las mascarillas, es Bruselas la que trata en nombre de los Veintisiete con ciertos laboratorios para preadquirir dosis.
LAS DUDAS CON ASTRAZENECA
Las dudas generadas por la anglosueca AstraZeneca y su vinculación con algunos casos raros de trombos han motivado una estrategia cambiante en los diferentes países en su aplicación por tramos de edad.
En Polonia, por recomendación del Consejo Médico nacional, se está administrando la vacuna AstraZeneca solo a personas de 18 a 60 años de edad, mientras en Bélgica se pondrá en las próximas semanas a los que superan los 55 años y en el Reino Unido el Gobierno recomendará ofrecer alternativas a ese preparado a los menores de 30 años (que aún no han empezado a vacunarse salvo en casos de riesgo) mientras se investiga un posible vínculo con trombos en adultos jóvenes.