De mañana hasta entrada la tarde, mujeres, niños y hombres se preparan para la ola de violencia que desde hace días recorre buena parte de Michoacán. El temblor de las metralletas tiene bajo el terror a varias zonas del estado, cuyas tierras se disputan los cárteles de la droga.
En Aguililla —al sudoeste de Michoacán— el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) lleva acabo una ofensiva en la que ha tomado posiciones importantes. Para llegar, no tuvo que controlar Colima, ni tampoco Jalisco, donde tiene su base operativa. Por el contrario, la organización siempre ha estado ahí, donde son originarios sus principales jerarcas.
El pasado 5 de abril los WhatsApp de los habitantes de Aguililla echaron humo. Mientras se mantenían en vela por la ola de terror en la región, recibieron una noticia: el CJNG había roto la última barrera que les impedía entrar y tomar el pueblo.
Días antes, los pobladores sabían que los pistoleros de Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, pretendían obtener el control del lugar, como una una muestra de reconocimiento y veneración a su líder, quien nació ahí.
Con presencia en toda América y un pie en Europa y Asia, que el CJNG intentara apoderarse de Michoacán — por las buenas o por las malas—, era sólo cuestión de tiempo.
Leticia, una mujer de la tercera edad atrincherada en aquel corazón de la guerra, le dijo al periodista Óscar Balderas, que tan pronto el convoy del Cártel Jalisco Nueva Generación ingresó a la comunidad, se formó un éxodo sin precedentes: al menos mil 500 habitantes abandonaron su hogar.
Empujados por el aumento sostenido de las formas más brutales de la violencia, la falta de resultados de una guerra que se antoja cada vez más larga, y las miles de ejecuciones, los pobladores dejaron atrás su vida, su ropa, fotografías y hasta identificaciones.
Según Balderas, que los habitantes hubieran dejado sus credenciales oficiales se trató de una decisión consciente, pues unos días antes del asalto a Michoacán, miembros del grupo rival, Cárteles Unidos, les advirtieron que en caso de una escabullida enterraran cualquier indicio que los identificara como gente del pueblo. Si en algún camino la gente del Mencho instalaba un retén, y los reconocía como pobladores de Aguililla, les podrían torturar, asesinar o desaparecer.
Balderas explica que este fenómeno “poco explorado por las autoridades” vulnera el derecho a votar de los pobladores michoacanos, quienes se han vuelto invisibles para el gobierno.
Hasta ahora los únicos capaces de frenar al poderoso Cártel Jalisco en su intento por controlar Michoacán han sido las autodefensas, un grupo de civiles armados que en 2013 encandiló al país cuando se levantó en armas contra el cártel de Los Caballeros Templarios.
Por desgracia parece no haber ley ni autoridad que se imponga y salvaguarde a la población del flagelo que se adueñó de calles, carreteras y pueblos enteros.
El Dato
De acuerdo con Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, en el país existen al menos 346, 000 personas desplazados por la violencia del narco.
La violencia generada por el narcotráfico en Aguililla, Michoacán, no cesa. La noche de este jueves 15 de abril, se registró un nuevo enfrentamiento entre Cárteles Unidos y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) que desató pánico entre los habitantes de la demarcación que se ha tenido que acostumbrar a los disparos.
Alrededor de las 21:00 horas, un usuario de Facebook realizó una transmisión en vivo en la que se pueden escuchar las múltiples detonaciones dentro de la localidad michoacana.
“Acá como por la entrada”, es la ubicación que otorga el sujeto que grabó sobre el origen de los sonidos de la batalla. Lo único que se alcanza a observar en su toma son los cerros, algunas casas y la calle donde habita.