Hubo una época en la que una de las mejores escuelas de diplomacia del mundo era la Matías Romero de México; tiempos aquellos cuando esta labor se codeaba con la impecable diplomacia inglesa, la exacta nipona y la poderosa estadounidense. Increíblemente, nuestro país tenía menos recursos económicos, así como peso geopolítico que las naciones antes mencionadas, pero través de su diplomacia se abría camino. A veces, inclusive, lo llegó a marcar a través de su cuerpo diplomático y su amplio conocimiento de la política internacional.
Esos tiempos se han esfumado. Y no, no es por falta de diplomáticos o de la increíble escuela en funciones. Se debe principalmente a que la 4T ha decidido utilizar el Servicio Exterior Mexicano como agencia de colocación y no precisamente de lo más granado, selecto o intelectual de nuestra nación. Olvidados los tiempos en que un Carlos Fuentes o un Octavio Paz fungían como parte de la diplomacia mexicana.
Isabel Arvide y su maltrato a personal del consulado en Turquía.
No quiero exagerar, pecar de subjetiva ni ignorar casos deshonrosos acaecidos en sexenios recientes, pero la deformación que se ha instalado ahora, ninguna otra administración lo supera. Tuvimos algunos políticos que fueron enviados al extranjero, algunos como premio y otros como Luis Echeverría, en un destierro a la lejana Australia. Pero pocos, muy pocos llegaron a dichos puestos para ignominia de nuestro país, presumiendo una supina ignorancia, un desdén infinito hacia su representación y una prepotencia digna de neoliberales… y no de “siervos de la nación”.
Así, ahora sabemos que Isabel Arvide, quien fue enviada al Estrecho de los Dardanelos como cónsul de nuestra nación en Turquía, dio muestra de su tiranía al amenazar a los trabajadores del consulado con correrlos y encargarse de que nunca volvieran a conseguir trabajo. ¿Por qué tan “fina” persona llegó a esa posición? Simple. Por ser una de las periodistas venidas —en un dos por tres— a aplaudidoras del régimen en las mañaneras.
Desafortunadamente no es la única que despierta un sentimiento de pena ajena. Tenemos a Lady Aluxes, quien llegará a Londres como embajadora. Seguro organizará un congreso de aluxes mayas y duendes del Támesis. La exdirectora de CONAGUA, por su parte, llegará a Francia como jefa de misión. La razón: en México tiene problemas personales. Y la diferencia entre sus cuitas y las de cualquier otra persona (digo, para poder irlos a resolver a París con todo pagado), es tener fuerza y ascendencia en la Cuarta Transformación.
Mientras el señor Jesús Seade, quien revisó tan bien el TMEC renovado que permitió la intromisión de observadores estadounidenses en las empresas mexicanas, será enviado a China, siendo hoy el mandarín país una de las embajadas más importantes en la geopolítica internacional.
Lilia Rossbach, cuyo mérito es ser viuda de José María Pérez Gay, irá como representante a Argentina, poco importa que no cuente con experiencia diplomática alguna. La lista continúa, con Susana Monreal Ávila (hermana del senador Ricardo Monreal) como cónsul en San Antonio, y otros parientes, amigos y recomendados que no tienen un ápice de preparación o experiencia diplomática. Vaya, ni siquiera el 10% cacareado por Andrés Manuel.
El ataque a la Secretaria de Relaciones Exteriores continúa cuando se desmantela la principal subsecretaria (la de América Norte) y a los verdaderos diplomáticos de carrera no se les ha permitido ascender de escalafón en lo que va del actual gobierno.
Mismo el secretario Marcelo Ebrard, olvidando la secretaría y la gran capacidad de diplomacia y capital humano que ahí se tiene, ha optado por ignorarlos. Prefirió entrar en batallas vacuas personales como la que tuvo con Martha Bárcena hasta que ella renunció a ser embajadora de México ante Estados Unidos. Quizá algo tuvo que ver que ella fue la primera que instó la necesidad de que AMLO se comunicara con Joe Biden, tendiera puentes ante su eminente triunfo y lo felicitara cuando este se concretó.
Si Ebrard quiere ser un buen presidente, uno de verdad, tiene ahí un equipo fabuloso para crecer y brillar en diversos rubros. Pero al parecer no lo desea tanto, pues prefiere viajar y anunciar el arribo de vacunas aunque sean a cuenta gotas.
Señales de alarma en la SRE
La SRE languidece ante el desdén presidencial. Pero ya sabemos que para López Obrador la mejor política externa es la interna. De ahí que tenemos a la SEMARNAT, junto con la Cancillería, no contestando a las solicitudes de audiencia del embajador de Alemania. O a la SENER, la cual simplemente ignora los correos electrónicos de distintos embajadores preocupados al respecto de nuestra política energética.
El ataque a la SRE por parte de la 4T continúa cuando no son capaces de recurrir a diplomáticos que al menos podrían mejorar la imagen ya tan deteriorada de nuestro gobierno. El grado es tal, que el mismo Agustín Gutiérrez Canet, embajador de carrera emérito, señala de forma puntual lo que sucede en la Cancillería. Doble señal de alarma si recordamos que es pariente político muy cercano a López Obrador.
Andrés Manuel, que tanto criticó a Vicente Fox, superó la vergüenza internacional sufrida en el sexenio del bigotón con aquel:
“Comes y te vas”
Vicente Fox.
En su sexenio, se insulta al personal en Turquía, se buscan aluxes, las embajadas se dan a quienes tienen problemas personales, nos meten en un brete laboral (Seade) o simplemente se manda a los amigos, hermanos o miembros de la 4T.
Seguramente López Obrador no conoce la definición de diplomacia:
“Es el arte de mandar a alguien a la “chingada” y que te de las gracias”.
Estoy convencida que la diplomacia mexicana quiere mandar al presidente y a los ignorantes contratados por la SRE al rancho de Andrés Manuel.
No sé si llorar o dar las gracias.