Una empresa del régimen cubano que las produce admitió que sus croquetas pueden explotar con “violencia” si no son cocinadas de la manera indicada, sin embargo, las autoridades en la isla no han abierto una investigación ni retirado la venta del producto. A pesar del riesgo, la escasez de alimentos lleva a las personas a seguir comprándolas.
“Las eché a freír como de costumbre y las dejé tostar un poquito, porque a la niña le gustan así. Pero cuando me acerqué a mirarlas, una explotó y me bañó la cara y el pecho de aceite hirviendo. Luego empezaron a explotar todas las demás”.
A principios de marzo, Ricardo Pimentel compró croquetas en un establecimiento estatal de Cuba para darle de desayunar y merendar a su hija de 12 años. Pimentel, quien tiene 54, compró el producto y como sucede con muchos alimentos comercializados en la isla comunista este no traía indicaciones sobre los ingredientes, el valor nutricional ni el modo de preparación.
“Aún tengo las marcas de las quemaduras”, dice Pimentel a Noticias Telemundo desde la provincia de Camagüey, en el centro de la isla. Con un envidiable sentido del humor, el hombre tomó fotos de su abdomen severamente quemado y de su cara salpicada con lesiones menores. Desconfiado de la capacidad de las instituciones cubanas de protección al consumidor, dice que no hizo reclamos más que por redes sociales.
El accidente culinario de Pimentel no es único.
Docenas de cubanos llevan meses publicando en redes sociales denuncias de croquetas explosivas, posteando fotos de personas con quemaduras en la cara, los ojos y el torso, sin que ninguna institución del estado haya prestado atención o anuncie una investigación al respecto o la retirada de circulación del producto.
Las croquetas que estallan son el más reciente giro tragicómico al que se enfrentan los de menos recursos en la isla caribeña, que tiene que importar entre el 60% y el 70% de sus alimentos, según cifras oficiales, porque la producción nacional está lejos de satisfacer las necesidades de sus 11 millones de habitantes.
En concreto, los cubanos señalan a una empresa estatal llamada Prodal, con sede en La Habana. Las denuncias han sido tantas y las fotos de los daños tan impactantes que la empresa respondió publicando indicaciones específicas de cómo freír sus croquetas para evitar incidentes “violentos”, pero evadió su responsabilidad.
“El aceite debe estar a unos 180°, la croqueta debe de estar a temperatura ambiente y no freír muchas a la vez. En el caso de la Croqueta Criolla al tener una masa más densa se abren con más violencia”, dijo Prodal en un tuit, para responder a una usuaria que se quejó de que las croquetas explotaron y mancharon la pared de su cocina.
Prodal dijo en un email enviado a Noticias Telemundo que la empresa, que vende diariamente casi medio millón de croquetas en la capital de Cuba, ha abierto líneas telefónicas de atención al público y que desean colaborar, aunque no han puesto pausa a la comercialización ni dijeron si están investigando formalmente las posibles causas de los problemas de calidad.
“Estamos en condiciones de atender individualmente toda queja de los clientes que den la información necesaria para llegar hasta ellos”, dijo la empresa. “Todo lo sucedido nos ha fortalecido y perfeccionado”.
Anselmo López Galves, residente en La Habana, denunció el mes pasado en redes sociales haber sufrido quemaduras en todo el cuerpo cuando intentó freír las croquetas criollas de Prodal, a las que la empresa se refiere como su “producto estrella”.
López Galves dijo que las compró en un mercado estatal el 24 de marzo. “Para sorpresa mia dichas croquetas empezaron a explotarme en la cara produciendome quemaduras por todo el cuerpo y desfigurandome el rostro (sic)”, denunció en una publicación de Facebook. El hombre aseguró haber acudido a un hospital de la capital, donde el personal de salud que lo socorrió le aseguró que no era el primer caso de quemaduras graves tras freír las “croquetas explosivas”, como le empezaron a llamar a este producto.