Río de Janeiro, Bra.- Durante la mayor parte de este mes, las unidades de cuidados intensivos de Brasil estuvieron al máximo, o cerca, de su capacidad por la avalancha de pacientes con covid-19, y los sedantes necesarios para intubarlos se agotaron.
El cementerio más grande del país tenía tantos cuerpos para sepultar que los enterradores trabajaban durante horas después de la puesta de sol.
Pero Brasil se ha alejado de ese precipicio, al menos de momento, ya que los servicios funerarios y hospitalarios ya no están colapsados. Ha dejado de ser el epicentro global de la pandemia por la caída de los decesos y la atención se centra en India. Pero los expertos advierten que la situación sigue siendo precaria y que hace falta precaución.
El número de estados con las UCIs a más del 90% de su capacidad ha caído a 10 desde los 17 de hace un mes, según los datos del instituto estatal de investigación médica Fiocruz. Y los entierros nocturnos en Vila Formosa y en otros tres grandes cementerios de Sao Paulo quedaron suspendidos el jueves tras dos semanas con menos fallecidos.
Es un triste consuelo para un país con unas 2.400 muertes diarias durante la última semana, más del triple que en Estados Unidos. Brasil superó la sombría barrera de los 400.000 decesos confirmados el jueves, una cifra que los expertos consideran que es bastante más baja que la real en parte porque muchos de los casos no fueron diagnosticados.