Usando una mezcladora industrial y trozos de sillas playeras, jeringas desechadas o viejos casetes de video la familia cubana Soto produce bancos de parque, pasarelas para proteger las dunas, cestos y sillones que no tienen nada que envidiarle a sus similares en madera.
La Cooperativa Atres que los Soto dirigen comenzó en 2014 fabricando mobiliario y en 2017, ante la falta de insumos, tuvo que buscar soluciones ingeniosas. Actualmente usa plásticos para producir la llamada ecomadera, sumándose a una corriente cada vez mayor de emprendedores en la isla que emplean tecnologías “verdes” o hacen del reciclaje la base de sus productos.
Aunque la nación caribeña tuvo desde los años 90 una política de Estado muy avanzada en materia de gestión ambiental, hasta la década pasada sólo el gobierno decidía qué se reciclaba, cómo, cuándo y quién.
Pero ahora el nuevo sector privado se está sumado como actor medioambiental.
“Llevamos dos años y pico trabajando esta línea (de ecomadera). Es casi el 40% de la producción de la cooperativa”, dijo a The Associated Press entusiasmado José Antonio Soto, de 62 años y presidente de esa entidad que tiene 98 miembros en la provincia de Matanzas, a unos 90 kilómetros de la capital.