La sanidad ha cambiado de manera notable durante el último año, tanto la manera de gestionar los recursos, escasos muchas veces, como la forma de priorizar qué acciones deben ejecutarse primero, así como los mecanismos y el modus operandi como se relacionan los pacientes con los profesionales y viceversa.
El ciudadano es una persona más preocupada por su salud individual, un individuo que recurre cada vez más a herramientas tecnológicas para conocer y llevar a cabo un seguimiento de su estado de bienestar.
La crisis del Covid-19 no ha hecho más que dejar palpable ante los ojos de la sociedad la imperiosa necesidad de aumentar la concienciación por el sector de la salud, utilizar cuantas más herramientas digitales estén al alcance de médicos y pacientes y, en definitiva, acelerar inversiones que estaban en stand by.
Esta especie de carrera tecnológica sanitaria no debe estar reñida con la confidencialidad y seguridad de los datos, exige nuevas competencias y habilidades a los profesionales, obliga a adoptar una medicina más personalizada y demanda una mayor colaboración.
Mientras en China el uso de apps de control del Covid-19 fue masivo, sin restricciones en términos de globalización, en España el Radar-Covid fue un sonoro fracaso: sólo hubo siete millones de descargas y sólo se notificaron el 2,1% de los positivos.
¿Cómo debe convivir esta revolución tecnológica con la seguridad?
Para Tania Menéndez, digital transformation officer del grupo sanitario Ribera, es “fundamental” tener una buena seguridad y protección de los datos en los proyectos tecnológicos que se desarrollen. Para ello, la responsable de digitalización de este operador hospitalario de origen valenciano es importante que desde la ideación del proyecto formen parte del equipo de trabajo los perfiles relacionados con seguridad informática, compliance y protección de datos de la compañía, “para valorar el proyecto y plantear las necesidades o requisitos que hay en este aspecto”, añade Menéndez.
Es una opinión similar a la que tiene Joaquín López Gómez, director corporativo de planificación asistencial y negocio de HM Hospitales, quien cree que la seguridad, la confidencialidad y el uso de los datos del paciente “es algo inherente al propio desarrollo de la medicina y en este caso de la salud digital”. Para López Gómez, “sin esto no hay digitalización, es la primera premisa que exige un paciente antes de confiar en una plataforma digital de salud, más allá de la propia regulación legal”.
Contundente es la respuesta de Carlos Rus, presidente de la Alianza de la Sanidad Privada Española (Aspe), quien explica a PlantaDoce que cualquier dato susceptible de ser almacenado por parte de cualquier tecnología emergente, debe estar protegido por estas, con especial importancia los datos de salud. “Tienen un carácter especial dentro de la ley de protección de datos médicos, cuyo responsable es el profesional sanitario y el centro”, recuerda Rus.
Para la máxima voz de la patronal de la sanidad privada en España, la necesidad de prestar una atención segura, tanto desde la perspectiva del paciente como la del profesional, “es uno de los requisitos a satisfacer en el entorno sanitario y de obligación en todo el sector, desde la gestión hasta el entono asistencial”.
No obstante, desde el mundo de la consultoría son un poco más críticos con la situación actual, con ese binomio paciente-seguridad. Para Jaime del Barrio, asesor del sector salud y life sciences de EY, “por desgracia hay mucha diferencia entre los avances experimentados en las nuevas tecnologías aplicadas a la salud y su adaptabilidad y uso en el ecosistema”.
Del Barrio considera que todavía está pendiente la “necesaria y urgente” formación a los profesionales sanitarios, la información a los pacientes y ciudadanos y el liderazgo de la Administración pública en el Sistema Nacional de Salud. Como consecuencia, para el consultor las cuestiones éticas, de privacidad, legalidad y ciberseguridad “están por detrás de donde tendrían que estar y en este momento es una situación muy grave, ya que los datos son el mayor reservorio en una economía de datos cómo la actual, objeto de deseo de unos y otros y no todos con buenas intenciones”, comenta.
con información de Planeta 12