Agentes mexicanos derribaron una puerta para ingresar al escondite de un grupo criminal, pero salieron huyendo al comprobar que un tigre de Bengala custodiaba la propiedad, ubicada en el municipio de Pitiquito, en el estado de Sonora (noroeste), informaron este jueves las autoridades.
Vecinos de la comunidad, dedicada a la pesca, relataron a la agencia Efe que los agentes de la Fiscalía General de Justicia en Sonora investigaban un incidente en el que traficantes de combustible presuntamente incendiaron la única estación de servicio de gasolina en la región para eliminar a la “competencia”.
Según informes, la diligencia ocurrió entre lunes y martes en una vivienda ubicada en el centro de la localidad de Puerto Libertad, en Pitiquito, y en la acción las autoridades decomisaron cuatro vehículos, un arma larga y otra corta, cargadores, cartuchos de alto poder, radios de comunicación, equipo táctico y al tigre de Bengala.
Al ejecutar la orden, los policías fueron ahuyentados por el enorme felino, que estaba atado con cadenas en una de las habitaciones. Se trata de una hembra sana de aproximadamente dos años, de acuerdo con los especialistas que participaron en la captura.
El animal quedó bajo cuidado y custodia del personal del Centro Ecológico, en las instalaciones de la ciudad de Hermosillo, capital del estado de Sonora, por lo que también acudió personal de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) para investigar el origen del felino.
Los vehículos, armas, cargadores y cartuchos quedaron a disposición del Ministerio Público, que continuará con las investigaciones ya que hasta el momento no se ha reportado la detención de ninguna persona relacionada con estos hechos.
Domesticación de animales, una afición heredada
Los capos colombianos pusieron el ejemplo. En los años 80, Pablo Escobar montó un zoológico en su hacienda Nápoles, de Puerto Triunfo. Había de todo: elefantes, jirafas, rinocerontes, antílopes, canguros, cacatúas negras de Indonesia, gallinetas de Nueva Guinea, cisnes blancos de Europa, faisanes, grullas reales y loras de colores que lo fascinaban.
De aquella colección que Escobar llamaba su “Arca de Noé” sobrevivió la leyenda de los famosos hipopótamos que llevó de Africa a su país, y que pasaron desapercibidos durante el aseguramiento de sus propiedades. Eran dos que al reproducirse se convirtieron en más de 50 y hoy son un problema para las autoridades colombianas, que no saben qué hacer con ellos.
Los capos colombianos pusieron el ejemplo. En los años 80, Pablo Escobar montó un zoológico en su hacienda Nápoles, de Puerto Triunfo. Había de todo: elefantes, jirafas, rinocerontes, antílopes, canguros, cacatúas negras de Indonesia, gallinetas de Nueva Guinea, cisnes blancos de Europa, faisanes, grullas reales y loras de colores que lo fascinaban.
De aquella colección que Escobar llamaba su “Arca de Noé” sobrevivió la leyenda de los famosos hipopótamos que llevó de Africa a su país, y que pasaron desapercibidos durante el aseguramiento de sus propiedades. Eran dos que al reproducirse se convirtieron en más de 50 y hoy son un problema para las autoridades colombianas, que no saben qué hacer con ellos.
Los narcos colombianos trajeron a México su afición por los animales. El primer caso que llamó la atención porque ocurrió en la Ciudad de México y tuvo mucha repercusión en medios fue el allanamiento de una lujosa residencia en el poniente de la capital, en una zona boscosa conocida como el Desierto de los Leones.
Allí, el 20 de octubre de 2008 las autoridades federales llevaron a cabo un operativo en el que detuvieron a 15 narcotraficantes, la mayoría colombianos vinculados con el cártel de los Beltrán Leyva. Entre ellos estaba Teodoro Mauricio Fino Restrepo, el Gaviota, su enlace con el cártel colombiano del Norte del Valle.
En la lujosa finca, construida con mármol y maderas finas, había alberca, jacuzzi y estancias equipada con muebles lujosos, donde los narcos colombianos y mexicanos organizaban fiestas cada fin de semana.
Pero lo que más sorprendió fue el zoológico instalado en el amplio jardín, donde estaban enjaulados dos leones africanos, dos tigres (uno blanco y otro albino) y dos panteras negras, que es una especie en peligro de extinción.
A propósito de ese episodio, María Elena Sánchez, entonces presidenta de la organización civil Teyeliz, dijo: “(esos animales) son como símbolos de poder, fuerza y valentía, de una serie de cosas que buscan este tipo de personas que se dedican al narcotráfico y eso también obedece a que tienen tanto dinero que lo pueden gastar perfectamente en eso y en otras cosas suntuosas”.
A partir de ese episodio, aparecieron en México otros casos de aseguramiento de casas, fincas, ranchos y residencias donde los narcotraficantes albergaban animales de todo tipo.Incluso corrió la versión de que Heriberto Lazcano, líder de los Zetas y conocido como El Verdugo, alimentaba a sus “mascotas” –leones y tigres– con sus víctimas. Los militares lo mataron en 2012.