En febrero de 1519 llegó a territorio mexicano Hernán Cortés; motivado por la curiosidad que le generaba explorar la desconocida región, desobedeció a sus superiores y emprendió una expedición que lo llevó hasta lo que él conocería como la Nueva España.
El conquistador español desembarcó en la isla de Cozumel al sur de México y posteriormente comenzó su travesía por la Península de Yucatán donde tuvo su primer encuentro con los mayas, quienes como regalo le ofrecieron a un grupo de 20 mujeres, entre ellas Malintzin o la Malinche quien sería su traductora y años más tarde la madre de su hijo.
Los españoles lograron llegar hasta el puerto de Veracruz, sin embargo, los rumores de una ciudad llena de vida, tesoros y riquezas los incitó a cambiar el rumbo de su expedición hacia el centro del país, lugar donde se erguía la imponente y magnificente ciudad de Tenochtitlán.
El entonces tlatoani Moctezuma, ignorante de las verdaderas intenciones de los visitantes, recibió a los extranjeros con honores y los hospedó en el palacio de Axayácatl. Tiempo después los españoles lo hicieron prisionero dando inicio a el periodo conocido como la conquista.
Tras años en constante lucha con los lugareños, el 1 de julio de 1520 Hernán Cortés y sus tropas sufrieron una parcial derrota y salieron huyendo de Tenochtitlán por la calzada Occidente. Se dice que el peso del fracaso fue tanto para el conquistador español que se paró a llorar desconsoladamente en un árbol que yacía en el camino, y así dicho ahuehuete fue bautizado como “el árbol de la noche triste”.
Con el pasar de los años el ahuehuete fue conservado por su valor histórico, no obstante, en distintas ocasiones intentaron incendiarlo por ser un símbolo de la conquista española. A pesar de ello, el tronco de aquel árbol sigue en pie y se puede visitar en la calzada México-Tacuba a unos escasos metros del metro Popotla de la Ciudad de México.
Tras morir Moctezuma, Cuitláhuac se convirtió en el nuevo tlatoani de la ciudad mexica sin embargo pereció de forma casi inmediata al ser contagiado de viruela, enfermedad traída por los españoles. Cuauhtémoc fue el último gobernante de los mexicas, fue capturado en 1521 lo que implicó la caída definitiva de la gran Tenochtitlán y el inicio del periodo conocido como la colonia.
Luego de la conquista, Hernán Cortés quedó impresionado con la belleza de un sitio al sur de la ciudad: Coyoacán. Crónicas de la época apuntan a que los españoles no pudieron establecerse en el centro histórico de la ciudad por la situación insalubre que existía ya que alrededor de 300 mil personas habían muerto durante la conquista.
En Coyoacán, Hernán Cortés comenzó a adornar sus calles con edificios de diseños europeos, mandó a construir el templo y jardín de la Inmaculada Concepción y cerca de estos lugares le construyó a su mujer una casona con enormes muros y ventanales que hasta la fecha es conocida como la Casa Colorada. Se cuenta que Hernán Cortés y la Malinche vivieron ahí durante un año. La casona está ubicada en la calle Higuera #57 col. Del Carmen , alcaldía Coyoacán.
Muchos años más tarde, en 1982 durante el gobierno del presidente José López Portillo se inauguró en el centro de Coyoacán una estatua en honor a Hernán Cortés. La escultura fue elaborada por Julián Martínez Soros y fue colocada como parte de la reivindicación hispánica, promovida durante el sexenio del ex presidente.
La efigie que rendía honor al mestizaje mostraba al conquistador español acompañado de la Malinche y el hijo de ambos, Martín Cortés. También se colocaron un león y un águila mexica que los rodeaba.
No obstante, este gesto de López Portillo no fue muy bien recibido por parte de los locales ni por su sucesor Miguel de la Madrid, quien ordenó reubicar la pieza en el parque Xicoténcatl donde hasta la fecha sigue en pie.
A pesar de ser uno de los personajes más polémicos de la historia del país, Hernán Cortés estipuló en su testamento que 10 años después de su muerte sus restos deberían ser regresados a México, deseo que se le cumplió aunque para los locales no fue de mucho agrado.
Tras múltiples rumores sobre dónde descansaban los restos del conquistador en 1946 Indalecio Prieto, un político español exiliado en México debido al franquismo que vivía en España, encontró un acta en la Embajada de su país. Al leer el documento, descubrió que los restos de Cortés permanecían ocultos en uno de los muros contiguos al altar del templo de Jesús de Nazareno.
Tras múltiples investigaciones realizadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se determinó que efectivamente, los restos corresponden al conquistador español y se acordó que la urna regresara al muro de la iglesia ubicada a un costado del Hospital de Jesús.
Es así como los restos de Hernán Cortés descansan en la iglesia ubicada en la Avenida 20 de noviembre, a unos cuantos pasos de la plancha del Zócalo de la Ciudad de México junto a una placa de bronce en donde solo se puede leer Hernán Cortés 1485-1547, y su escudo familiar.
La huella que Hernán Cortés dejó en México es grande y está presente de forma inerte en la historia del país, aunque muchos mexicanos no coinciden con la idea de conmemorar su vida, la Ciudad de México sigue guardando recuerdos de su travesía en la región.