— ¿Pa’ dónde van, amigo?”, pregunta un hombre sosteniendo un cuerno de chivo en un retén a la altura de la comunidad de Bacacoragua, Sinaloa sobre la carretera Badiraguato-Guadalupe y Calvo.
Es la misma carretera por la que ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador realizó un sobrevuelo para supervisar el avance de la construcción.
“Vamos al evento del Presidente”, responde el conductor del vehículo al hombre, quien se acerca a la unidad escudriñando entre los cristales a cada uno de los representantes de los medios de información, mientras que otro hombre armado se coloca del lado del conductor.
Se trata de un grupo de 10 hombres ataviados con chalecos antibalas, con hasta ocho cargadores, uniformes tipo militar, equipo de radiocomunicación, armas cortas y cuernos de chivo en tres camionetas sin placas desplegadas sobre la carretera.
“¿No traen armas?”, interroga en tono educado, en tanto que del otro lado de la carretera otros de sus compañeros revisan el automóvil de una mujer que viaja sola.
El hombre se acerca de manera amenazante a la puerta del vehículo que abre y comienza a revisar su interior. “No, sólo cámaras”, indica uno de los ocupantes.
“¿Las traen apagadas?”, revira el hombre vestido tipo militar, pero que en vez de botas calza huaraches; en su vestimenta, en el brazo izquierdo, luce un parche con la imagen de una naranja en medio de dos números “7” de color negro.
“Sí, mire”, le responden los ocupantes del vehículo.
“¿Para dónde van?”, insiste en tono serio a los ocupantes.
“Guadalupe y Calvo, al evento”, se le remarca.
El hombre del cuerno de chivo hace una petición que más bien suena a una orden. “Se van a llevar al viejo, él va para los Frailes, él conoce la ruta”, mientras que un adulto mayor, de unos 70 años, sube al vehículo e instruye continuar con el trayecto; en tanto, otro de sus compañeros quita un poncha llantas instalado sobre el asfalto.
En el trayecto de 140 kilómetros de Badiraguato, Sinaloa a Guadalupe y Calvo, Chihuahua, no se advierte una sola patrulla ni elementos de las Fuerzas Armadas ni de la Guardia Nacional.
El retén está a unos 30 minutos del rancho La Tuna, donde vive la señora María Consuelo Loera, madre del líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán, en pleno Triángulo Dorado, región estigmatizada y reconocida en todo el mundo porque aquí se cultiva amapola y marihuana para los cárteles de la droga.
“Son buena onda [los hombres con cuerno de chivo], siempre que necesito ayuda, lo hacen”, dice Eleuterio Carrillo, quien durante el trayecto a Los Frailes, Chihuahua, presume que la familia Guzmán es muy “caritativa”, porque tiene un restaurante y “da comida gratis”.
Fue en esta zona, en 2020, cuando en un recorrido de supervisión el presidente Andrés Manuel López Obrador bajó de su camioneta y saludó de mano a la señora Loera, quien ha solicitado ayuda del gobierno mexicano para obtener con Estados Unidos una visa y poder ver a su hijo preso en esa nación.
El Jefe del Ejecutivo llegó ayer, junto con el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, a Guadalupe y Calvo en helicóptero, que descendió a dos kilómetros de la comunidad de los Ojales, en donde recibió un reporte sobre el avance de la carretera.
Desde el aire, vio cómo se abrió la Sierra Madre Occidental para construir una carretera que serpentea entre barrancos y voladores de mil metros de profundidad.
Ahí, junto con la titular de la Secretaría del Bienestar, Ariadna Montiel, el Mandatario expresa su malestar porque a esta zona se le estigmatice como una región del narcotráfico y lanza el reto a sus habitantes.
“Yo también coincido con Ariadna, no me gusta, me molesta que le llamen el Triángulo Dorado y ojalá entre todos busquemos la forma de llamarle, el Triángulo de la Gente Buena y Trabajadora o la Región de la Buena Vecindad o algo así”, propone el presidente López Obrador.
“Pero ya hay que cambiar eso, porque aquí hay mucha bondad, mucha gente buena, trabajadora, lo que se ha dicho, y no hay que estigmatizar”, dice entre aplausos y el compromiso de que a finales de año regresará a inaugurar la carretera.
Pero antes manda “al carajo” “la Cheyene”, la ropa de marca, las alhajas, el carro último modelo, la troca, todo eso que se usaba, porque en vez de inducir al joven a que fuese una gente de bien y que saliera adelante con el trabajo, con el estudio, lo querían convertir en consumista.
Así, en un ambiente tenso, entre caminos de terracería y piedra, en medio de la Sierra, resguardados por hombres con cuernos de chivo, transcurre la cuarta visita del Presidente al triángulo que forman Sinaloa, Chihuahua y Durango.
En esta ocasión, no hay saludos polémicos en este lugar, en el que han sentado sus bases sociales capos como El Chapo Guzmán, hoy preso en Estados Unidos.
Con información de: Radio Fórmula