Filipinas está conmocionada por la violenta muerte de un joven tras recibir una paliza durante dos horas en un ritual de iniciación en una universidad de Manila, lo que ha acelerado el debate de prohibir o legislar más duramente contra estas prácticas.
John Matthew Salilig, de 24 años y que cursaba tercer año de Ingeniería Química, fue apaleado por siete miembros de la fraternidad Tau Gamma Phi, de la Universidad de Adamson (Manila) el pasado 19 de febrero, durante el ritual de ingreso del joven, prácticas en ocasiones de extrema crueldad que se hacen pasar por novatadas.
Tras la paliza, que duró al menos dos horas, agravada por el hecho de que la víctima padecía entonces una infección estomacal y había vomitado durante y después del ritual, el estudiante se desmayó en el trayecto en coche de vuelta a casa y pereció, según el relato de uno de los detenidos. Sus colegas de hermandad decidieron entonces enterrar el cuerpo. Consideraba quemarlo, pero acabaron entregándose a la policía una semana después tras la denuncia interpuesta por los hermanos del joven sobre su desaparición.
Los siete miembros de la fraternidad Tau Gamma Phi revelaron que enterraron el cuerpo en la ciudad de Cavite, a las afueras de Manila. La autopsia determinó el pasado 28 de febrero que el estudiante falleció por los severos golpes recibidos. El conductor del coche que presuntamente transportó el cuerpo de Salilig apareció muerto hasta el pasado viernes (3 de marzo), y la policía investiga ahora si el individuo se suicidó o si fue asesinado también.
Estos grupos de estudiantes, en los que todos los miembros son asignados un alias una vez pasan el ritual de novatadas, son muy populares en Filipinas; los últimos dos jefes de Estado formaron parte de uno en su juventud. Pese a su fama, numerosas voces llevan reclamando la prohibición o regulación de estos ritos desde hace años, ya que desde el 2000 al menos 50 jóvenes han muerto durante las novatadas.
“No pueden graduarse, irán directo a la cárcel. Sus padres ya saben que han desperdiciado su futuro”, espetó el senador filipino Francis Tolentino el pasado miércoles en la Cámara alta, una sesión a la que asistieron los siete detenidos y el director de la universidad, con el objetivo de que que el escarnio público enviara un mensaje disuasorio a futuros posibles perpetradores. Si bien Filipinas aprobó la “ley anti-novatadas” en 1995, la norma no ha frenado su práctica y el país debate qué más medidas se pueden tomar al respecto.
Con información de: Excelsior