Cada mañana la familia Cruz se despierta poco después de las 5:00 de la mañana, la mamá es la primera en salir de la cama para preparar lonches y después tomar un baño mientras su esposo despierta a sus dos hijos para llevarlos a la escuela, que se encuentra del otro lado de la ciudad, pues ellos habitan en el fraccionamiento Los Silos, a sólo tres calles del lugar donde ocurrió el ataque armado.
El viernes fue inusual, antes de que la alarma sonara el señor Cruz abrió los ojos por estruendos “en seco”, eran las 4:40 de la mañana. Los primeros segundos tuvo dudas sobre los sonidos; sin embargo, su sospecha se confirmó en breve por las fuertes ráfagas que rompían el silencio habitual de la madrugada.
“Nos despertaron los balazos, yo abrí los ojos y me quedé escuchando segundos, voltee a verla (a su esposa) y le dije ‘son balazos, verdad’. Nos paramos y fuimos por los niños a su cuarto”, relató en entrevista.
Despertaron a su hijo mayor y a la pequeña de seis años, quién por el movimiento y luego de un “tronido” fuerte, que asumen fue una granada empezó a llorar.
Aunque no tenían claro lo que pasaba, decidieron ocultarse en uno de los baños de la planta baja y permanecer en el piso por temor de que se tratara de un enfrentamiento en tránsito con detonaciones dispersas y con el riesgo de ser lesionados por una bala perdida.
“La chiquita entró en pánico y empezó a llorar, yo creo que se asustó por el movimiento que a prisa la cargamos y nos bajamos para pasarnos a una parte que creíamos podríamos estar más seguros sin estar cercanos a los muros porque se oía como si rebotaran”.
El “terror” que se oía tan cercano duró casi media hora, después del tercer intento su llamado al 911 fue atendido, quienes respondieron que ya había unidades en camino.
Después de ese lapso la ráfaga de balazos se fue dispersando… luego de unos minutos, comenzaron a ver el reflejo de las sirenas de las patrullas por el operativo que se despegó en la zona.
Al salir, aún estaba cerrada la calle por las camionetas de la Guardia civil del estado, “parecía zona de guerra”. Más adelante, se cruzaron con uno de sus vecinos, quién les confirmó que las casas quedaron “echas polvo” y que él tuvo que correr de regreso a su vivienda porque fue justo cuando inició la balacera.
Con información de: El Universal SLP