La zona Media de San Luis Potosí resguarda una de las representaciones artísticas con más de 200 años de antigüedad, una tradición musical compleja, por su estructura, llamada Son o Huapango Arribeño, en donde a través de los versos improvisados del poeta y el ritmo de los músicos, al mismo tiempo en el que el público baila, se puede aprender de las costumbres de la sociedad.
El Son o Huapango Arribeño, es más que un género musical de México, es casi un ritual que deben realizar los músicos para poder deleitar y poner a bailar a quienes escuchan un buen son arribeño, debido a que una sola pieza puede durar hasta 15 minutos.
Es una tradición arraigada en municipios de la zona media como San Ciro de Acosta (municipio en el que se realiza el Festival de Son Arribeño y Huapango), Rayón, Cerritos, Villa Juárez, Cárdenas y que se comparte con la zona norte de Querétaro y Guanajuato.
Para la profesora jubilada e investigadora potosina de este tipo de huapango, María del Carmen Guevara Torres, el son arribeño es más difícil que una pieza de son huasteco, principalmente porque las estructuras son distintas y su composición siempre será compleja por la improvisación, a diferencia del huasteco que tiene canciones o versos del dominio público pese a que pueda prestar a la improvisación.
“(El Son Arribeño) es una tradición dancística y poética, muy valiosa, completa y que a veces, sin subestimar un músico de son huasteco, no toca un arribeño y un arribeño sí toca un son huasteco por la complejidad de un arribeño”, precisó la investigadora.
Explicó que un son arribeño se compone de diversas partes como: el saludo, las dedicatorias a las y los invitados; poesía, en donde el trovador recita versos en décimas; el jarabe o la tercera, la parte más alegre y bailable, en dónde se cantan versos que pueden ser de dominio popular y por último la topada, un duelo entre poetas de grupos de son arribeño, similar a un enfrentamiento de rap, pero siempre con respeto.
Detalló que la complejidad de esta tradición oral y musical arraigada en la zona media de San Luis Potosí, proviene de que está compuesta por versos en décimas, que se deben ir improvisando, menos la primer parte que sí puede ser escrita previamente, es decir, se requiere de talento y facilidad de creación para hilar los versos y seguir el ritmo de los dos violines, la guitarra quinta y la vihuela.
“Aún sin tener estudios de versificación o de recetarios, ellos (los poetas o trovadores) las aprenden de sus mayores y tienen que seguir ese reglamento: la primer parte debe ser declamada, en cinco o seis décimas y la segunda parte cantada con una estrofa de cuartetos, que le llaman planta porque se repite. Entre la primera y la segunda parte llegan a componer hasta 90 o más versos. Eso es un don o un talento”, destacó Guevara Torres.
Pese a que no se tiene un registro de grupos de son arribeño en la entidad potosina, debido a que los integrantes de un grupo establecido pueden participar en toquines con más compositores o músicos sin tener un grupo establecido, se contempla que en la zona media, principalmente en Rioverde existen cerca de 10 bandas de son arribeño, de las que destacan “José Mendoza y los cazadores de la sierra”.
María del Carmen Guevara Torres, expresó que está tradición cultural proviene desde el Siglo XXI, en dónde se ha rastreado que el son arribeño llega a latinoamérica por la expansión de una tradición musical proveniente de la España medieval con los juglares, personajes populares que se dedicaban a divertir a las personas.
Con información de: El Universal SLP