Un niño de entre 9 vivió en completa soledad, sin la presencia de adultos y durante dos años, en un apartamento de un complejo de viviendas sociales en el poblado de Nersac, al oeste de Francia, cuya situación pasó desapercibida entre los pueblerinos, revelando la sorprendente falta de interconexión y vigilancia en la comunidad.
El pequeño, que se alimentaba de conservas, bollos y a veces tomates de un huerto vecino, subsistió sin electricidad ni calefacción en temporadas, careciendo incluso de agua caliente. A pesar de estas condiciones, asistía a la escuela regularmente, presentándose limpio y bien vestido, destacando como un buen alumno.
“Era sonriente, muy buen estudiante, siempre limpio, educado… No había señales de que hubiera sido abandonado”, confirmó Barbara Couturier, alcaldesa de Nersac.
La madre, quien era su tutora legal, lo dejó en el apartamento para mudarse a vivir con su compañera a 15 kilómetros de distancia. Regresaba esporádicamente para llevarle comida en su motocicleta o ir de compras al supermercado local, abandonándolo nuevamente. Esta situación de abandono persistió durante dos años, y nadie en la comunidad parecía percibir la anomalía. No se ha difundido información sobre su padre, quien está visiblemente ausente de su vida.
La historia salió a la luz cuando un vecino alertó a la gendarmería preguntando si un niño de esa edad podía vivir solo. Las autoridades investigaron y la madre fue acusada de “abandono de menor comprometiendo su seguridad”. En el juicio, la madre, de 39 años, negó todas las acusaciones, aunque pruebas demostraron que el niño vivió solo en el apartamento. Fue condenada a un año y medio de prisión, con seis meses a cumplir con un brazalete electrónico.
Antoine Beneytou, reportero de sucesos del diario Charente Libre y que cubrió el juicio, destaca el contexto de precariedad social y la falta de vínculo social entre los vecinos como elementos cruciales en este caso.
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— Excélsior (@Excelsior) January 23, 2024
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Christine Barois, psiquiatra infantil en París, consultado por Le Parisien, aseguró que, a pesar de la falta de información sobre su primera infancia, “podemos imaginar que adquirió una fuerte capacidad de resiliencia antes de los 9 años. Ya había desarrollado la capacidad de calmarse por sí solo y no entrar en pánico”, afirmó.
Además de sus capacidades de resiliencia interna, el niño también “pudo tener adultos fuera que lo ayudaran con esta resiliencia externa, como un maestro o un vecino […] La escuela fue “sin duda un refugio para él, de lo contrario la habría abandonado por completo. El aprendizaje le permitió construirse a sí mismo. La forma en que sus profesores lo miraban por obtener buenas calificaciones seguramente también lo motivó a no darse por vencido.
El neuropsiquiatra Boris Cyrulnik, experto en resiliencia, señala que este tipo de casos no son raros. Hizo hincapié en que, en el pasado, la comunidad y la familia se unían para cuidar del niño si la madre se desentendía, pero esta red de apoyo ha disminuido. Sugirió que este niño pudo haber desarrollado resiliencia durante los primeros mil días de su vida, rodeado por adultos, lo que le permitió vivir solo a los nueve años.
“Cuando vemos cómo se adapta es porque seguramente había integrado suficientemente los fundamentos de los códigos de la sociedad y su funcionamiento para que las cosas vayan bien, y eso es lo que significa que nadie da cuenta de su situación”, añadió Gilles-Marie Valet, psiquiatra infantil y autora de libros de paidopsiquiatría. “Es posible que su madre no estuviera fracasando todo el tiempo y que él, antes de los 9 años, tuviera suficientes niveles educativos para poder lavar la ropa solo, por ejemplo”.
El niño fue colocado en una familia de acogida hace un año, donde empezó a orientarse y continúa desarrollándose. Barois dijo que el menor no necesariamente puede desarrollar secuelas de abandono debido a que, tras la experiencia, sabe gestionarse de cierta manera en relación con sus ansiedades de abandono. “Maduró muy rápidamente y adquirió una autonomía increíble”, añadió.
Con información de: Excelsior