La música en las calles de San Luis Potosí ha existido desde hace muchos años, pero cada vez es más raro ver al tradicional “organillero” que se convirtió en una parte icónica de la vida urbana en muchas ciudades de México. Con los nuevos instrumentos, bocinas y aparatos de sonido, parece resistirse débilmente a una inminente extinción.
El organillero, una tradición heredada de Alemania desde mediados del siglo XVIII y presente en prácticamente toda América Latina, es el mismo que da color y sonido a la imponente Plaza de Armas.
Por allí caminan miles de personas, ocupadas en su día a día, pero al escuchar la nostálgica melodía, al menos sonríen.
Los más generosos le dejan una moneda, mientras que el hombre organillero nos deja: “LA FOTO DEL DÍA” por Citlally Montaño
Con información de: Pulso