“A menudo ocurre, en la medicina o en la cirugía, que las personas no son conocidas por sus procedimientos médicos sobresalientes o avances que conducen a algo realmente grande e importante para la humanidad, pero son fácilmente recordados por algo que fascina a las personas”.
Eso le dijo a la BBC Igor Konstantinov, un cirujano cardiotorácico de renombre internacional graduado en San Petesburgo que trabaja en el Royal Children’s Hospital de Melbourne, Australia.
“Y, ¿qué podría fascinarle más a la gente que el trasplante de una segunda cabeza?”.
Hablaba del científico soviético Vladímir Démijov, cuyo trabajo ha estudiado.
En 1959, el doctor Démijov invitó al fotógrafo Howard Zochurek de LIFE Magazine a capturarlo a él y a su asistente, el doctor Vladimir Goriainov, realizando su última cirugía: la creación de un perro de dos cabezas.
Cuando Zochurek entró en el quirófano, escuchó los ladridos de un pequeño mestizo con orejas caídas y nariz puntiaguda.
Démijov explicó que era una perra de 9 años llamada Shavka y que sería lo que él llamaba “la cabeza invitada”.
Lo que él llamaba el perro anfitrión era Brodyaga, que en ruso significa vagabundo, un perro callejero que había sido recogido en Moscú por un cazador de perros.
El artículo de la revista, escrito por el corresponsal en Moscú Edmund Stevens, continuó explicando el procedimiento de tres horas y media con detalles gráficos.
“Primero, hicieron una incisión en la base del cuello del perro grande, exponiendo la vena yugular, la aorta y un segmento de la columna vertebral…
“El flácido cuerpo de Shavka se colocó en la mesa de operaciones junto a Brodyaga. Goriainov hizo la incisión cuidadosamente…
“Luego, los dos cirujanos suturaron la piel de los dos perros y la operación terminó“.
Las fotos en blanco y negro, que aparecieron en la edición de julio de 1959 de la revista Life, mostraron el espantoso resultado.
(Atención: la siguiente fotografía puede perturbarte)
La criatura vivió cuatro días.
No fue el primer perro de dos cabezas del doctor Demikho.
Ya había realizado el experimento 23 veces con diversos grados de éxito. Una de sus creaciones había vivido 29 días.
“Siento emociones encontradas cuando veo las imágenes porque son animales que, en términos simples, fueron torturados“, confesó Konstantinov.
Su visión
Démijov le dijo a la revista Life que el objetivo de sus experimentos era demostrar que el trasplante de tejidos y órganos sanos era posible.
Hoy en día, los trasplantes son una práctica común, pero no fue hasta finales de la década de 1960 que los trasplantes de hígado y corazón se realizaron con éxito.
Pero para quienes leyeron el artículo de la revista Life en la década de 1950, la visión de Démijov sobre el futuro de los trasplantes sonaba tan grotesca como sus perros de dos cabezas.
“Comenzaremos por establecer un banco de tejidos”, le explicó el doctor soviético al corresponsal de la revista en Moscú.
“Con el tiempo incluirá todas las partes concebibles de la anatomía humana: córneas, globos oculares, hígados, riñones, corazones, incluso extremidades.
“Todo se mantendrá en refrigeración.
“Cuando estemos completamente preparados, una víctima de accidente será traída con una lesión normalmente fatal en algún órgano esencial.
“Dado que alguien que va a morir de todos modos no tiene absolutamente nada que perder, trataremos de proporcionarle el órgano necesario de nuestro banco.
“Si el trasplante es exitoso, vivirá. Si no, mejor suerte la próxima vez”.
¿Te imaginas leer eso antes de que fuera algo no sólo normal sino deseable?
Su motivación
Démijov nació en 1916 en el seno de una familia campesina pobre.
Su padre murió en la Guerra Civil Rusa y su madre estaba decidida a que sus tres hijos recibieran una buena educación.
Estudió Biología en la Universidad Estatal de Moscú, donde se graduó con honores en 1940.
Durante los siguientes 20 años, se embarcó en una serie de experimentos que impulsarían el campo de los trasplantes.
Lejos de sus perros de dos cabezas, realizó varios estudios y procesos experimentales extremadamente innovadores.
En 1937, Démijov diseñó el primer dispositivo mecánico de asistencia cardíaca.
A principios de 1946, realizó trasplantes intratorácicos en mamíferos de un corazón, un pulmón y el corazón y los pulmones juntos, los primeros procedimientos exitosos de este tipo que se habían realizado en un mamífero.
También hizo la primera operación de bypass de la arteria coronaria así como el primer trasplante de hígado, entre otras hazañas.
Incluso acuñó la palabra “trasplantología” en la monografía por la que le otorgaron un doctorado.
Publicada en 1962 en Nueva York, Berlín y Madrid, se convirtió en la primera monografía sobre trasplantología y por mucho tiempo fue la única en el área del trasplante de tejidos y órganos.
“Es muy difícil entender por qué, dados sus orígenes, tuvo este increíble impulso para realizar trasplantes, a pesar de todo el desastre económico en su país y de la guerra mundial más horrible que acaba de terminar”, señaló Konstantinov, pensando en la motivación de Démijov.
“Solo puedo adivinar que fue criado en una sociedad muy utópica, en esa época cuando el dinero significaba muy poco y se trataba de hacer algo grande por su país, en beneficio de la humanidad.
“Creo que, al final del día, esto es lo único que le importaba”.
Lo más importante
Tan grande fue la contribución del Démijov a la trasplantología que el doctor Christian Barnard, quien realizó el primer trasplante de corazón humano exitoso del mundo, lo llamó el “padre del trasplante de corazón y pulmón”.
Pero sus perros de dos cabezas eclipsaron su trabajo positivo, especialmente en su tierra natal.
“Los funcionarios lo declararon un charlatán, y sus experimentos fueron prohibidos”, relata Konstantinov.
“Tuvo que trabajar en el Departamento de Cirugía que estaba dirigido por Alexander Vishnevsky, quien era cirujano jefe del ejército soviético e independiente del Ministerio de Salud de la URSS.
“Así que fue protegido, irónicamente, por el ejército ruso para que pudiera continuar con sus experimentos.
“Pero puedo decirte que siendo estudiante de Medicina en la Unión Soviética y luego trabajando un par de años en Rusia, nunca escuché hablar de Démijov.
“Su nombre no fue mencionado“, declaró el especialista que se graduó de la Academia Médica Militar de San Petersburgo, Rusia, en 1992.
No obstante, en otros lares, sus logros no sólo eran conocidos sino admirados.
“Merece un lugar entre los grandes cirujanos experimentales de todos los tiempos. No ha tenido el reconocimiento generalizado que se ganó”, declaró la revista The Annals of Thoracic Surgery en 1994, por ejemplo.
El doctor Démijov murió a la edad de 82 años en 1998 en su pequeño apartamento en las afueras de Moscú.
En el año de su muerte, fue reconocido en Rusia y se le concedió un alto honor con la Orden por los Servicios a la Patria.
“Todo lo que hizo fue por el bien de los pacientes y muchos, muchos pacientes del mundo, directa o indirectamente, se beneficiaron de sus experimentos muy, muy pioneros”, concluyó Konstantinov.
“Creo que probablemente lo más importante es que fue capaz de convencer a las personas que lo seguían de que lo imposible era posible”.
Con información de BBC News.