Pascal Beltrán del Río
“En política nada sucede por accidente; si sucede, pueden apostar que así se planeó”, dijo el presidente estadunidense Franklin Roosevelt hace 90 años.
Haciendo caso a esa frase, que ya se ha vuelto una máxima, es muy difícil que los movimientos militares de la Fuerza Aérea y la Armada de Estados Unidos, que hemos visto esta semana cerca de las costas mexicanas, sean casualidad.
El gobierno mexicano ha desestimado en público que un avión espía sobrevuele el mar de Cortés, frente a las costas de Sinaloa, y que un portaaviones histórico bordee las de Baja California, aunque ambas cosas sean insólitas.
Más aún cuando ocurren de forma casi simultánea, y pocas horas después de que el presidente estadunidense Donald Trump –quien ha advertido que usará a las fuerzas armadas de su país para atacar en territorio mexicano a las organizaciones criminales que trafican fentanilo– accedió a posponer la imposición de aranceles a los productos que México exporta a Estados Unidos, a cambio de que nuestro país despliegue 10 mil elementos militares en la frontera común.
Perdón, pero en esas casualidades yo simplemente no creo. Citando a Roosevelt, es más fácil que las cosas se hayan planeado justo así. Eso no significa que las intenciones de ambos movimientos sean fáciles de adivinar. ¿Es un mensaje para los delincuentes? ¿Para el gobierno mexicano? ¿Para el gobierno chino? ¿Para la base electoral de Trump? Usted decidirá.
Pero vayamos a los hechos.
El lunes 3, apenas cinco horas después de la llamada que sostuvieron los presidentes Donald Trump y Claudia Sheinbaum, un avión militar Boeing RC-135V Rivet Joint viajó paralelo a la costa occidental de la península de Baja California, de norte a sur; luego, bordeó su extremo y sobrevoló las aguas del mar de Cortés hasta llegar a los límites de Sinaloa y Sonora, donde dio la vuelta y regresó.
La presencia del avión –que se utiliza para recopilar información de inteligencia– fue revelada por aplicaciones de internet que dan seguimiento al tráfico aéreo internacional. Muchos especialistas hicieron notar en conversaciones en redes sociales que era la primera vez que veían que este tipo de aparato era usado tan cerca de México.
Por la noche, la Secretaría de la Defensa Nacional informó que había detectado “un vuelo a 83 kilómetros al suroeste de Cabo San Lucas (…) fuera del espacio aéreo mexicano sobre aguas internacionales”. El mensaje no mencionó la incursión sobre el mar de Cortés.
Ayer, la presidenta Sheinbaum comentó en su conferencia en Palacio Nacional que “no es extraño que haya un avión que vuele por espacio aéreo internacional”.
Aunque las circunstancias del vuelo nada tienen de normal, la mandataria sí tiene razón en que la aeronave nunca sobrevoló el territorio nacional o el mar territorial del país, pues las aguas del mar de Cortés se consideran internacionales desde el Tratado de la Mesilla de 1853.
Sin embargo, para cuestiones relacionadas con la seguridad aérea, la tripulación del avión debió avisar de su incursión en el espacio aéreo cuya vigilancia depende de México y no lo hizo, según me dijo ayer, en entrevista para Imagen Radio, el secretario general del Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo, José Alfredo Covarrubias.
No había pasado ni un día de esa polémica, cuando medios de comunicación en Baja California difundieron que el portaaviones nuclear Nimitz, acompañado de otros dos buques militares –un destructor y una nave de abastecimiento– fueron avistados a 32 millas náuticas de Ensenada, desplazándose al sur. La Secretaría de Marina subrayó –igual que hizo la Defensa en el caso anterior– que no se había violado la zona soberana del país.
Eso es técnicamente cierto, pero olvida el contexto. Y es que si uno suma las amenazas que ha lanzado Trump contra las organizaciones criminales mexicanas –que, además, piensa catalogar como terroristas–, con los hechos arriba reseñados –la conversación Sheinbaum–Trump y las dos incursiones militares, sucedidas, las tres, con diferencia de horas–, es muy difícil quedarse con la versión de que aquí nada hay de extraño.
Con Información de Excelsior.