Pascal Beltrán del Río
Aún no se apaga la indignación y la incertidumbre causadas por el descubrimiento de un campo de adiestramiento y muerte en el rancho Izaguirre de Teuchitlán, Jalisco, cuando otro municipio de ese estado se ha constituido en epicentro de la violencia criminal.
Teocaltiche es una demarcación enclavada en la región de Los Altos, en el nororiente de la entidad, que colinda con Zacatecas y Aguascalientes.
Pero ésa es sólo su geografía política, pues el dato más relevante de su ubicación es encontrarse en los límites de los territorios que disputan los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, lo cual ha provocado frecuentes enfrentamientos armados y el desplazamiento de pobladores desde hace unos ocho años. En medio de la pugna de los criminales, han quedado los 40 mil habitantes de Teocaltiche.
En 2021, cerca de 200 familias debieron huir de las comunidades de El Saucito y Rancho Mayor, por los combates entre grupos delictivos. “Tuvimos que dejar todo atrás por miedo a morir”, contaron entonces algunos de los desplazados.
La zozobra en que viven los locales –por los asesinatos y desapariciones, así como actos de extorsión y despojo que azotan la zona– ha llevado a las autoridades estatales y federales a tener que intervenir varias veces en la vigilancia del municipio, quitándole el control de la seguridad a la policía municipal y exigiéndole a ésta que certifique a sus elementos para seguir trabajando.
Es tal la violencia en el lugar que incluso han caído soldados del Ejército mexicano en enfrentamientos con criminales, como sucedió en noviembre de 2023, cuando hombres armados, presuntamente del CJNG, emboscaron a un vehículo militar, disparándole desde una camioneta con blindaje artesanal.
Apenas en febrero pasado fueron liberadas, en un operativo, 36 personas que habían sido obligadas a trabajar en un campamento clandestino, semejante al que se encontró en Teuchitlán. Allí se detuvo a siete personas y se aseguró una gran cantidad de armas.
Con Información de Excelsior.