El 20 de noviembre de 1910 hubo un conflicto armado en el país conocido como la Revolución Mexicana, uno de los movimientos que marcó la dirección de la nación y cambió la política dictatorial de Porfirio Díaz (de 1876 hasta 1911). Aunque hubo estabilidad política y un crecimiento económico, a lo largo del gobierno de Díaz, se generaron varias crisis económicas y sociales en las zonas marginadas, cuyos habitantes se organizaron para mostrar su descontento al régimen porfirista.
Porfirio Díaz se reeligió en siete ocasiones, permaneció mucho tiempo en el poder y su mandato se consideraba una dictadura. La explotación de los indígenas y el despojo del que fueron víctimas caracterizaron el período de la dictadura a muchas personas de sus tierras, en su mayoría indígenas y era usados como peones en condiciones de explotación.
Diaz también permitió la explotación del petróleo mexicano por compañías extranjeras. En 1907, una crisis económica internacional limitó los ingresos de las compañías extranjeras que operaban en México, así que hubo reducción de los salarios y desempleo. La situación empeoró cuando en 1908 y 1909, hubo una sequía en el campo, lo que impactó gravemente en la alimentación de las minorías.
Ante la situación, muchos se opusieron al régimen, se formaron rebeliones indígenas y campesinas y hubo huelgas obreras, todos fueron reprimidos. Muchos políticos e intelectuales se oponían a Porfirio Díaz, destacando el coahuilense Francisco I. Madero, quien hizo fuertes críticas al gobierno en el poder y pidió elecciones democráticas y limpias.
A pesar de tanto descontento, Díaz se volvió a reelegir, ganó. Mientras, Francisco I. Madero fue prisionero días antes de la elección, pero después recuperó su libertad, se refugió en los Estados Unidos y promulgó el Plan de San Luis (5 de octubre de 1910), cuyo lema era “Sufragio Efectivo. No reelección” e incitó a la población a iniciar la revolución, el 20 de noviembre de 1910.
En el plan, Madero declaraba nulas las elecciones y se reconocía como presidente provisional y jefe de la Revolución; asimismo, se reivindicaban los derechos de los obreros e indígenas en México.
“Conciudadanos: No vaciléis pues un momento: tomad las armas, arrojad del poder a los usurpadores, recobrad vuestros derechos de hombre libres y recordad que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria que no podemos mancillar. Sed como ellos fueron: invencibles en la guerra, magnánimos en la victoria. Sufragio efectivo, no reelección”, fue el llamado que Madero hizo en el Plan de San Luis al pueblo de México.
Los movimientos armados, donde se perdieron muchas vidas, pero gracias a eso se promulgó la Constitución Política de 1917 y renunció Porfirio Díaz, fueron encabezados por Pascual Orozco, Francisco “Pancho” Villa y Emiliano Zapata. Por esto, el 20 de noviembre los mexicanos recuerdan aquellos que dejaron sus vidas para entregar a las nuevas generaciones un México mejor.
Con información de AS