La vida del llamado ‘Centauro del Norte’ está llena de anécdotas peculiares, como su afición a las malteadas y su rechazo al alcohol.
La vida de José Doroteo Arango, mejor conocido como Francisco Pancho Villa, quien es una figura esencial en la historia del país por su participación en la rebelión contra la dictadura de Porfirio Díaz, está llena de rumores y anécdotas peculiares.
Una de estas historias que resulta muy curiosa es la de su cambio de nombre que, según cuentan varios historiadores, sucedió luego de que agredió y mató a un hombre que pudo ser el hijo del dueño de la hacienda donde laboraba, por defender a su hermana de ser abusada.
Otro episodio memorable del llamado Centauro del Norte fue el contrato que firmó con la compañía Mutual Film Corporation, por 25 mil dólares, para filmar sus acciones en campaña y de la División del Norte, cuya película The life of General Villa fue exhibida el 9 de mayo de 1914 en el Lyric Theater de Nueva York.
Pero a nivel más personal, una cuestión que resalta del caudillo fue su afición por las malteadas de fresa. Y es que Villa siempre rechazó el alcohol, pues consideraba que de ahí surgían los problemas del hombre.
“Por su inteligencia, memoria y código de conducta se convirtió en personaje central cuando se derribó la dictadura de Victoriano Huerta, y por lo mismo, de la Revolución Mexicana”, señaló en una ocasión el investigador Jesús Vargas Valdés, autor del libro Villa bandolero.
Era tal su convicción ante este vicio, que cuando fue gobernador de Chihuahua, entre 1913 y 1914, estableció la Ley Seca para su ejército, la cual prohibía a los soldados tomar bebidas embriagantes.
“(Villa) es un personaje que se ha vuelto mítico, en quien las personas proyectan sus miedos, sus fantasías, le endilgan toda clase de cosas”, por eso es “importante separar al personaje histórico del mítico”, aseveró Gregorio Luke, ex director del Museo de Arte Latinoamericano de Long Beach, sobre la fascinación que despierta la figura del héroe revolucionario.
Con información de Milenio