El midas del rock latinoamericano, Gustavo Santaolalla, ganador de dos Oscares, nos habla sobre sus proyectos musicales, la marihuana y el poder del género urbano en la actualidad.
Gustavo Santaolalla es, sin duda, un nombre indispensable a la hora de contar la historia del rock latinoamericano y punto. No hay más que discutir. Sí, es verdad que sus dos Oscares (por la música de Brokeback Mountain y Babel), su premio Bafta y su Globo de Oro lo colocan como un referente indiscutible como compositor cinematográfico, pero si hay que resumir la inmensa figura musical de Santaolalla el común denominador es Midas del rock. Desde sus primeros años con la banda de culto argentina Arco Iris, pionera en la experimentación sonora en el continente, hasta su debut como solista, en 1982, con el disco Santaolalla (que hoy reedita como un guiño a quienes cuentan la historia del rock latino), Gustavo se ha dedicado a darle forma a varias escenas musicales como productor y como artista siendo considerado como el hombre que cambio eso que se conocía como ‘rock en tu idioma’ impulsando la regionalización de un género siempre abierto y en rebeldía (hasta que apareció el reguetón).
Y en México lo tenemos más que claro, ya que fueron sus decisiones como productor las que permitieron que el rock mexicano viviera una de sus etapas más prolíficas y quizá la más global de su historia. Productor del Re de Café Tacvba, del Circo de la Maldita Vecindad, de Aquí, el disco debut de Julieta Venegas, o del Donde jugarán las niñas de Molotov, por mencionar algunos de sus trabajos, el artista argentino trazó un camino del que aún en estos días muchas de las más importantes bandas mexicanas siguen viviendo y hoy, que él mismo revisita su historia al relanzar su disco debut y se mantiene más productivo que nunca al crear música para videojuegos (como en The last of us) y de un documental sobre el periodista Gonzo Hunther Thompson y al ser productor de la serie documental Rompan todo (que se estrenará en los siguientes días y cuenta la historia del rock latino y sus momentos clave), nos acercamos al Midas para platicar sobre la actualidad de la música del continente, marihuana, política, perreo, cine y nostalgia.
Gustavo, empecemos por el tema de Valley of last resort, el documental en el que participas sobre el polémico periodista Hunter Thompson, ¿qué significó meterte a este proyecto y qué buscabas al aceptarlo?
Hunter Thompson es una de las figuras estandartes de una generación maravillosa, de la que yo vengo de alguna manera. De ese momento tan increíble que fue la década de los 60 y principios de los 70. La película se lo agarra en un momento muy lindo, cuando él es ya es un escritor establecido en Rolling Stone, pero todavía no había escritor Fear and Loathing in Las Vegas y estaba en un momento pre a eso. Entonces es muy interesante ver cómo el tipo aborda lo que en ese momento es el movimiento hippie que está explotando. Cuando me hablaron para el proyecto me entusiasmé muchísimo y luego empezaron a hacer el footage de ese momento histórico, de las campañas electorales estadounidenses y cuando ves Kent State, en donde mataron a cuatro estudiantes o ves la convención democrática de 1968, con toda esa brutalidad policiaca, dándole a palos a toda la gente y reflexionas con lo que pasa hoy en Portland, hace un mes y medio, ves exactamente lo mismo. Parece que no ha pasado nada, estamos peor y esa fue una razón poderosa para participar. Terminé de hacer el score de la película y sale la posibilidad de hacer una canción para los títulos. Y ahí, bueno, llamé a Paul Williams, que con él hice las canciones para la película Book of Life y también trabajamos para El laberinto del Fauno. Él es letrista y tiene una pluma increíble, escribe como los que lo hacen bien. A mí me gustan lo líricos buenos, por eso me encanta Dylan y Elvis Costello, y él puede escribir cualquier cosa: ha escrito canciones desde los Carpenters a Barbra Streisand, o sea de todo. Quería hacer una canción de protesta, como de esa época y de hecho la versión original dura ocho minutos, o sea tiene versos y versos y versos, con todo respeto y guardando las distancias, como esos temas de Dylan, que no terminan nunca, pero que siempre te están diciendo cosas. Y en la letra, ahí sí ampliamos más, solamente estar hablando de lo que pasaba en la película, tocamos temas como la plaga, la protesta de los atletas arrodillándose, cosas así, se tocan esos nervios de este momento. Estamos tratando de terminar un video, que aunque te parezca mentira, nos está constando por distintos motivos. Es increíble que cuando quieres hacer algo que puede molestar, te encuentras trabas.
Un tema que atraviesa el documental es la persecución por la marihuana, ¿qué piensas de la coyuntura actual latinoamericana con la regulación del uso del cannabis?
Me parece que es algo lógico, es una cosa que está largamente atrasada. Digo, nunca es tarde, aunque a veces lo parezca. Me parece buenísimo que se abra y debería ser sobre la legalización de todas las drogas. La ilegalidad es lo que produce los desastres y el crimen, lo que hay que hacer es cambiar otras cosas estructuralmente, que tienen que ver con la educación, la distribución de la riqueza en el mundo, temas que son el caldo de cultivo, como la falta de trabajo, educación y la mala alimentación, porque cuando la gente está mal alimentada ni siquiera puede desarrollar su cerebro de una manera buena. Está tan injusta la división en el mundo, que bueno, esperemos que esto de la pandemia sirva para algo positivo. Pienso que de todas las cosas que son tremendas, siempre se saca algo positivo, por eso es que se continúa, sino todo se terminaría. Espero que se traten de organizar las cosas de otra manera, que se revean todos estos temas, la educación, la alimentación, la vivienda y la riqueza en el mundo. El paso del cannabis es uno muy importante.
Santaolalla es el productor más importante del rock latinoamericano.
Decidiste reeditar tu disco debut, 40 años después, y quiero platicar contigo el tema del poder del rock en ese momento, su importancia cotidiana y su papel social, y hablar de lo que pasa hoy ante la embestida del género urbano y su lírica…
Yo, precisamente, con ese disco llegué a Estados Unidos y me desilusioné con una escena de rock que era un horror: rock corporizado. A mí me metían preso en Argentina por tener el pelo largo y tocar música, nada más por eso, yo no consumía ninguna sustancia y no pertenecía a ningún partido político, desde los 15 años, pero igual me metieron preso decenas de veces, nunca por más de tres días. Llego a Estados Unidos y me encuentro con esta escena, pero también con una nueva movida, el del punk y new wave. Y bueno, veo esto, a chicos con dos acordes haciendo bandas, escupiendo y diciendo “Fuck it”, y bueno, yo fui a cortarme el pelo y me compré la corbatita. En aquel momento había gente que venía de antes, que estaban decepcionados y se dieron cuenta que aquí había algo importante, que nos podía servir para usar otra vez el rock como una plataforma, para tener una actitud contestataria contra el orden establecido. Cuando voy a Argentina hago este disco, que es uno histórico porque abre el camino a una modernidad en mi país. En ese contexto, vienen los 80’s y así como se corporizó el rock de los 60 y 70, al de los 80´s se lo comió MTV. Así como fue súper positivo todo lo que hizo MTV para el movimiento del rock en español, para lograr esa visión bolivariana del rock Latinoamericano, pues también fue una trituradora. Llegó hasta el grunge, fue el último manotazo del rock, de ahí viene la crecida de la música urbana, que recoge muchas cosas del rock y las tiene. Una banda como Calle 13, que no es solamente de reguetón o rap, es una banda de música de hoy. Tenía elementos de todo eso, el desenfado y los comentarios de sus letras, están relacionadas con muchos de los temas que habla el rock. Yo celebro la llegada de la música urbana. Primero como concepto general: siempre he dicho que para mí la música se divide en dos categorías: buena o mala. No hay géneros malos de música, no es que el reguetón sea malo, hay reguetón bueno y malo, así como hay música alternativa buena y malísima, incluso desechable. Entonces, ahí está, creo que el rock pasa por momentos, tiene unos que sube y otros en el que baja, lo he visto muchísimo. Eso ocurre en grandes olas, y también pequeñas. Mira en México, directamente, yo presencié y, de alguna manera, me siento orgullosamente participe de la movida de los mediados de los 80. Y esa no ocurrió por casualidad, todo ocurre por un contexto, que fue la fractura del PRI, la aparición de TV Azteca, la levantada de la prohibición de hacer conciertos. Todo eso nace en la apertura de los antros para la música en vivo, como Rockotitlán, Lucc, La diabla… Ahí nace toda esta movida increíble, y esta es una ola pequeña, pocos años después a mí me tocó poder firmar a Café Tacuba un año, y en ese periodo tuve que pasar por disqueras grandes y escuchar a un tipo que había participado en un proyecto de rock en tu idioma me dijera, “el rock ya pasó, ya murió”.
Gustavo Santaolalla, ¿el rock ya murió?
Siento que en este momento hay una invernación, un tema de ir para adentro. Y también hay un tema que tiene que ver con el advenimiento de la tecnología, una cosa era cuando yo empecé hacer disco, en donde más o menos tenías que saber tocar y hacerlo a tiempo, sin computadoras, y si desafinabas nadie te lo arreglaba. Bueno, con la tecnología y la posibilidad de que la gente grabe discos en su dormitorio, cambió mucho eso y ha tenido un impacto. Hacer música con una máquina, programando un beat y ponerle una letra, es una cosa que se puede hacer de una manera bastante sencilla, y ojo, no lo minimizo, hay gente que son genios con ese minimalismo. Eso se toca en un documental del que soy productor ejecutivo, Rompan todo, que están por salir en Netflix, en donde precisamente una de las idea es que los documentales fueran hechos en yuxtaposición del rock en español con la realidad socio y geopolítica de los países de esos momentos. Pero una de las cosas que ha ocurrido, que es interesante, y se habla ahí, es que hace como tres o cuatro años se dejaron de vender muchas guitarras eléctricas en el público normal, pero que había crecido la venta enormemente en las mujeres. Eso es una cosa que me da una esperanza, que de alguna manera el futuro del rock pasará por ellas también, y está en un momento tan impresionante y de reivindicación. Creo que otra cosa que dijo David Burn, es que el futuro del rock no será ni en Estados Unidos ni en Inglaterra, sino en el tercer mundo. Y yo pienso que dentro de ese tercer mundo, nosotros estamos a la vanguardia, primero porque tenemos una relación familiar y genética con Estados Unidos, ya que todos somos parte de América. Por eso siempre les digo que América no es un país, es un continente, somos todos. Dentro de eso estamos a la vanguardia, de alguna manera hay un futuro del rock en nosotros y Latinoamérica. Está en un momento de invernación lógico, pero de ninguna manera pienso que esté muerto. Pienso que también hay algo orgánico con las guitarras que las máquinas no te dan, entonces hay un momento en el que uno se satura, y así como está pasando con tipos de James Blake, que ya están fracturando el ritmo, también creo que el momento de que vuelvan las guitarras va a llegar. Sé que en los últimos tiempos ha regresado el interés por las guitarras, por todo el tema de los pedales, que de alguna manera tiene que ver con el alterar el sonido, la gente tiene interés de alterarlo.
Gustavo presume uno de los premios Oscar que ganó como compositor.
Hoy, ante el papel del reguetón en la industria y en los pies de la gente, ¿producirías un disco de reguetón?
Sí encontrara una banda o proyecto en el que ambos buscáramos un camino, sí, por supuesto. Esos desafíos me encantan, me parecen buenísimos.
Tienes tres proyectos ligados a México:el documental de rock, tu participación en Narcos y el proyecto del Cirque du Soleil de El laberinto del fauno, ¿naciste en México, Gustavo?
Mira, no sé si nací en México, pero tengo una conexión maravillosa. Las primeras cosas que vi en Argentina, cuando sólo había un canal en blanco y negro, que era el canal 7, pasaban muchas películas mexicanas con Pedro Infante y Cantinflas. Una de las primeras cosas que aprendí a cantar con la guitarra fue El jinete, de José Alfredo. La revista que leía de chico, como esas de Archie, Batman, Superman, eran de editoriales mexicanas. Los primeros discos que me compré en mi vida, que eran GI Blues de Elvis Presley y el primero de Los Teen Tops, esos fueron mis dos primeros, con eso empecé. Y ese de los Teen Tops, muchos años después acá, vi después en un libro norteamericano de tapas, que la tapa de ese disco en la edición Norteamérica, decía en grande “Rock en español”. Me imagino que tal vez ahí fue la primera vez que se usó esa denominación. Es muy interesante. Y entonces, después cuando tengo la posibilidad de ir a México tengo una conexión muy fuerte con toda la América precolombina. En mi primer viaje a Estados Unidos, cuando tenía 10 años, fue una travesía porque fui con mis padres en un cuatrimotor, así como te lo cuento, hicimos 36 horas. De regreso del viaje fuimos a Perú, entonces a los 10 años tuve como un shock y una vacuna, ir de Estados Unidos con toda la música, el poder de todo lo que era ese momento del rock allá, a la América precolombina, ir a Lima al Museo Antropológico, que me acuerdo perfecto lo tengo grabado, la visita a los lugares con los cráneos trepanados. Entonces imagínate lo que fue para mí llegar a México, fue todo esto que traía de chico, fue como descubrir un lugar que me era familiar. Y me siento un poquito mexicano, tengo grandes amigos en México…
Actualmente trabaja en varios proyectos relacionados con México.
¿Quiénes son tus compadres en México?
Bueno, los chicos de Tacuba los siento como familia, cada uno es un universo, tengo una cosa muy especial con ellos. Lo mismo con Alejandro González Iñárritu, no solamente es una relación artística, es una relación de amistad hermosa. El lugar, la comida, la gente, me encanta México. No sabes el placer que me da, ahora me doy cuenta cómo han afectado esos discos a la gente. El director de Ie me dijo, es que tú participaste en el soundtrack de mi vida: yo conocí a mi mujer en un concierto de Café Tacuba, perdí mi virginidad con un disco de Molotov… Tengo recuerdos hermosos de todo tipo, hasta de la cruda al despertar.
Con información de GQ