Jorge Ramírez Pardo
En la actualidad, como les sucedió a los inventores del cine –Louis y Auguste Lumiere-, cualquier portador de un teléfono celular es, sin proponérselo, un documentalista en la medida de poder tomar un fragmento visual de un suceso real y reproducirlo.
Los Lumiere, residentes en la ciudad de Lyon, Francia, eran atinados inventores y cuando consiguen la proyección de imágenes capaces de replicar el movimiento de humanos y de vehículos como correspondencia de sucesos reales registrados, estaban ciertos de su descubrimiento, sin dimensionar en ese momento su trascendencia lo mismo –como ellos lo suponían- como objeto para la ciencia experimental que aquellas otros usos de más impacto: transmisor hechos noticiosos y contador de historias a partir de sucesos reales llevados a la representación o producto de la creatividad.
Los inventores del cine fueron documentalistas sin proponérselo, como los poseedores de celulares en la actualidad, porque para inaugurar y probar su invento, hicieron pequeños registros breves de la realidad (“vistas” les denominaron y tenían un máximo de un minuto de duración).
Están por cumplirse 125 años, cuando en un salón de París, el 28 de diciembre de 1895, se exhibieron las primeras vistas: “La llegada del tren a la estación de la Ciotat”, “La salida de trabajadores de una fábrica”, “El regador regado”.
Historia y métodos del cine documental
El cine documental pronto fue opacado por la ficción envasada de manera primordial en películas de entretenimiento, la mayoría con aspiraciones lucrativas. Ese es otro tema.
El documental durante varias décadas de las 14 de existencia del cinematógrafo, estuvo relegado en algunos países; en cambio fue instrumento fundamental de propaganda en otros: la Alemania hitleriana, Italia de Mussolini, Cuba fidelista; lo fue para impulsar a Salvador Allende para alcanzar la presidencia de Chile.
En México, cuando la denominada Época de Oro del cine mexicano estaba en apogeo (1940 a 1960), las funciones de películas de largometraje exhibidas en salas (con 90 minutos promedio de duración), estaban precedidas por cortos fílmicos de tipo documental, matizados con frecuencia de aspectos noticiosos. Lo más relevante entonces fueron las revistas armadas por Manuel Barbachano Ponce y su equipo, con Jomi García Ascot y Carlos Velo.
Panorama Mundial, algunos destacados
Georges Meliés, otro francés. Consigue el primer salto cualitativo para el cine cuando genera elementos propios de un lenguaje fílmico de ficción sustraído del teatro, pero desdoblado. En 1902 logra su primera película de trascendencia mundial, “El viaje a la luna”.
Robet Flhaherty, norteamericano. Luego de casi 30 años de relativa opacidad para el cine documental a causa principalmente del auge de los filmes de ficción, renace la modalidad de no ficción con “Nanook, el esquimal”, de Robet Flhaherty; película identificada como el primer documental de largometraje. Flaherty muestra la vida de esquimales como los veía antes de ser invadidos por la cultura occidental Dicho por él, quiso “mostrar el antiguo carácter majestuoso de estas personas mientras ello aún fuera posible, antes de que el hombre blanco destruyera no sólo su cultura, sino también el pueblo mismo”.
Dziga Vértov, polaco/soviético. A partir de su propio planteamiento teórico del “cine ojo” -captación de imágenes a semejanza del ojo humano, sin planeación o guion predeterminado-, en 1929 sorprende al mundo cinematográfico con su película “El hombre de la cámara”. El propósito de Vértov era la captación de imágenes libres artificios para conseguir una objetividad integral, «captar con la cámara fragmentos filmados, arrancados de la vida, en un orden rítmico visual cargado de sentido».
Joris Ivens, holandés. Él, interrelaciona hechos noticiosos con el documental y da a este segundo el peso de la profundización en acontecimientos específicos. Tierra de España (1937) realizada en torno a la Guerra civil española es una de sus películas más reconocidas.
Jean Rouch, francés. Pionero en el cine antropológico y etnográfico. Autor de “Jaguar” (1967), “En Moi, un noir” (1958). También es precursor de las películas de ficción “semi-documentales”; como “Petit à petit” (1968-69) y “Cocorico! Monsieur Poulet” (1975). El mexicano Paul Leduc fue su alumno y llevó a la práctica las dos modalidades de su maestro francés.
Documentalistas latinoamericanos
Directores de cine y el quehacer fílmico en sus países, merecen en otro momento, capítulo aparte; por ahora van enunciados básicos. Van de por medio calidad y elementos empáticos.
- Los mexicanos. Sobresalen, en orden de llegada, Salvador Toscano, Paul Leduc, Felipe Cazals, Nicolás Echeverría, Eduardo Maldonado, Carlos Mendoza, Albino Álvarez, Alejandra Islas, Juan Carlos Rulfo, Everardo González, Lucía Gajá, Yulene Olaizola.
- Santiago Álvarez, cubano. Retomó los postulados del “Cine-ojo” de Dziga Vértov y dio una dimensión épica con experimentación y creatividad singulares, al recuento de la historia de los inicios de la Revolución cubana y críticas a la postura imperialista de Estado Unidos en distintos territorios/nación.
- Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino, argentinos. Realizan, como integrantes de Grupo de Cine Liberación, el documental emblemático “La hora de los hornos”, referido a la historia de Argentina durante el periodismo. Película dividida en tres partes: “Neocolonialismo y violencia”; “Acto para la liberación”, dividido a su vez en dos grandes momentos “Crónica del peronismo (1945-1955)” y “Crónica de la resistencia (1955-1966)”; “Violencia y liberación”.
- Patricio Guzmán y Miguel Littín, chilenos. Ayudaron a Salvador Allende a su ascenso y luego consignaron desde distintos ángulos el golpe militar que lo derrocó.
- Carlos Álvarez, colombiano. Sus documentales más destacados entre muchos son “¿Qué es la democracia?” (1971) y “Los hijos del subdesarrollo” (1975), realizados cuando la realización fílmica era casi inexistente en su país.
- Michel Moore, estadounidense. Con formación y metodología periodística, sobresale por su visión crítica y su actitud incisiva –incluso con riesgo de su integridad física-. De entre varios trabajos relevantes de este documentalista, sobresale “Masacre en Columbine” (2002). Se distingue por visibilizar en su país Información ocultada por los poderes fácticos (gobierno y trust económico).
Otros realizadores relevantes
Se trata de realizadores de cine también destacados por su trabajo de ficción. Estos son y sus títulos más destacados:
- Sergei Einsestein, soviético. “Lo viejo y lo nuevo” (1929), “¡Que viva México!” (1931), película conformada por cinco pasajes, de los cuales 4 son eminentemente documentales.
- Luis Buñuel, hispano/mexicano. “Las Hurdes” o “Tierra sin pan” (1933).
- Agnes Varda, franco/belga. “Panteras negras” (1967), “Las cosechadoras” (2002).
- Werner Hersog, alemán. “Mi enemigo íntimo” (1999), “La cueva de los sueños” (2010).
- Win Wenders, alemán. “Buenavista social club”, (1999).
- Martin Scorsese, estadounidense. “Mi viaje por el cine italiano” (1999).
Sólo aproximación
Lo antes mostrado, es un recuento breve e incompleto, filtrado, además, por la subjetividad de las preferencias y conocimiento de su autor. Entre los faltantes, es necesario abordar en otra ocasión, producciones institucionales y de corporativos como as realizadas por BBC londinense, National Film Board of Canada, y diversas televisoras. En México de especial relevancia los aportes de TV UNAM, Canal 22 y Canal 11.
Vale agregar: el cine documental, a partir de los registros en video digital, ha tenido un fuerte repunte. Con ello, también se revive la fusión con el cine de ficción. Ambas modalidades, ficción y documental, en ocasiones encuentran fronteras difusas. También, es frecuente, en películas de ficción encontrar al final la leyenda “basada en hechos reales” para dejar un elemento adicional de pregnancia en el espectador.