El astrónomo de la Universidad de Columbia David Kipping ha utilizado el argumento del filósofo sueco Nick Bomstrom para llegar a la conclusión de que, por lo que conocemos ahora mismo, las posibilidades de que vivamos en una simulación están cerca del 50%, pero siempre por debajo de la mitad.
El argumento de Bostrom sugiere que podemos estar viviendo dentro de una simulación sofisticada, elaborada en un computador, por una civilización tecnológicamente más avanzada, se indica en una publicación del sitio web Xataka.
Según esta hipótesis, es razonable pensar que si en algún momento existe una civilización posthumana capaz de ejecutar simulaciones como nosotros y desean hacerlo, “el número de realidades simuladas excedería en gran medida la realidad base, indicando ostensiblemente una alta probabilidad de que no vivamos en dicha realidad base”.
Lo que quiere decir que, si puede existir una sociedad humana capaz de crear unos ‘Sims’ (videojuego de simulación social) con conciencia similar a la nuestra, una de las siguientes afirmaciones tendría por fuerza que ser verdadera:
- O es muy poco probable que las civilizaciones posthumanas existan.
- O es muy poco probable que, de existir, esas civilizaciones no tengan interés en hacer ese tipo de simulaciones.
- O (casi) todas las personas que tienen nuestra clase de experiencias mentales viven en una de esas simulaciones.
El artículo original de Bostrom es de corta extensión y muestra todas las posibilidades del argumento. Pero lo que causa mayor interés es que plantea la posibilidad de que no somos reales, aunque Bostrom ha señalado en varias ocasiones que no tiene argumentos empíricos sólidos para inclinarse por ninguna de sus hipótesis.
Posibilidad solo un poco menor del 50%
En su intención de aclarar el problema, David Kipping redujo el trilema de Bostrom a solo dos hipótesis: o existen dichas simulaciones (tercer lema) o no existen (sea por el primero o por el segundo). Después, asumió que, cuantas más capas de realidad añadimos (cuantas más simulaciones puedan darse dentro de las simulaciones), más difícil resultaría que existiera una computadora capaz de sostener esos mundos simulados.
Kipping analizó ese argumento aplicando la inferencia bayesiana, la cual permite calcular la probabilidad de un suceso, denominado probabilidad posterior, haciendo primero una suposición sobre el objeto en cuestión y asignándole una ‘probabilidad previa’. Kipping se dio cuenta de que la posibilidad de que seamos simulados es menor del 50%.
El porcentaje es más bajo a lo antes planteado, aunque no con mucho. Esto debido a que no existen argumentos firmes para inclinarse por una u otra posibilidad. Las probabilidades finales se decantan insistentemente por la hipótesis de que esas simulaciones no existen, pero lo hacen por la mínima (en el mejor de los casos).
El argumento técnico definitivo que indica Kipping es que no hemos sido capaces de crear ese tipo de simulaciones, y asegura que “si comenzamos a crear simulaciones convincentes, las probabilidades pasarán del 50% al 50% hasta casi la certeza de que no somos reales”, es decir, el día en que la humanidad sea capaz de crear una simulación con seres conscientes dentro de esta, la hipótesis física quedará excluida y, según esos cálculos, se podrá afirmar casi con certeza que a su vez somos seres virtuales. (I)
Con información de El Universo