Según la tradición, cuando Jesús nació en Belén, Judea, en la época del rey Herodes, tres magos asistieron del este a lo que hoy es Jerusalén, para preguntar en dónde estaba el recién nacido rey de los judíos: “Hemos visto su estrella y hemos venido a rendirle homenaje”, según cuenta la página oficial de la Catedral de Colonia (Kölner Dom).
Cuando el rey Herodes escuchó, se asustó. Lo mismo pasó en toda Jerusalén. Por tanto, llamó a todos los sacerdotes y escribanos del pueblo. Les preguntó dónde iba a nacer el Mesías. La contestación fue contundente: en Belén de Judea. Acto seguido, según la web de Kölner Dom, Herodes llamó en secreto a los magos, para solicitarles que le dijeran exactamente cuándo había aparecido la estrella. Posteriormente mandó a averiguar dónde estaba el niño para asistir él también a “rendirle homenaje.”
Así fue como los tres reyes partieron, y la estrella que habían visto levantarse iba delante de ellos al lugar donde estaba el niño. Allí se detuvieron. Entraron en la casa; de inmediato postraron y le rindieron homenaje. Luego sacaron sus tesoros y le ofrecieron oro, incienso y mirra como regalos. Pero como se les ordenó en un sueño que no regresaran a Herodes, se fueron a casa por otra ruta a su país.
Las reliquias de la Epifanía llegan a Colonia
Cuando el emperador Barbarroja asedió la ciudad de Milán, en 1161, el alcalde recto y valiente que dirigió la resistencia fue una espina en particular en su costado. El emperador juró dejarlo colgado tan pronto como la ciudad fuera asaltada. Mientras tanto, el conde Rainald von Dassel, entonces arzobispo de Colonia (Alemania) y canciller del emperador, descubrió a través de List que un convento de monjas milanés albergaba los restos de los Reyes Magos. Pero la abadesa de este monasterio era hermana del alcalde. Ella entró en negociaciones secretas con Rainald para proteger a su hermano de la ira del emperador y se ofreció a cambiar la vida del alcalde por las reliquias. Tras asaltar la ciudad, Rainald solo pidió a su emperador, como recompensa, que la abadesa pudiera llevárselo de la ciudad sobre los hombros. El emperador desprevenido asintió, asombrado por la pequeña demanda. Pero qué enojado se puso cuando vio a la abadesa arrastrando a su hermano fuera de la ciudad en su espalda. Sin embargo, Rainald hizo que su salario real, los huesos de los Tres Magos, fueran transportados en secreto a la catedral de Colonia, donde se pueden apreciar hasta el día de hoy.
Invaluable reliquia
Actualmente, la Catedral de Colonia es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Cuenta con un estilo gótico europeo. Su construcción duró aproximadamente 600 años: se inició en 1248 hasta 1880. Como muchas construcciones en Alemania, esta iglesia quedó destruida por una serie de bombardeos como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Fue reconstruida y actualmente lleva más de 850 años albergando las reliquias de aquellos magos bíblicos.
Los restos de los Reyes Magos se encuentran depositados en un relicario de oro puro. Según la página de Kölner Dom, el frente del santuario fue donado por el rey Otto IV alrededor de 1200. Es el único hecho de oro puro. Las gemas y camafeos antiguos más grandes y valiosos también se reúnen allí. Cada uno de los elementos del relicario tienen un significado distinto que puedes visualizar en los primeros 30 segundos del siguiente video:
La obra de teatro más auténtica
En literatura, un auto es una pieza dramática breve de la Edad Media o el Renacimiento, basada en temas religiosos o profanos. El Auto de los Reyes Magos es un texto medieval primitivo, escrito según los filólogos, posiblemente en el siglo XII.
Escrita en castellano antiguo, esta representación se encontró en un códice de la biblioteca del Cabildo catedralicio de Toledo, por el canónigo don Felipe Fernández Vallejo. Actualmente se conserva en la Biblioteca Nacional de España. Su estructura está distribuida en cinco microactos, en los que, los Reyes Magos viven la travesía, previo a la llegada de sus restos a Colonia.
El Auto de los Reyes Magos presenta una serie de dudas en su final, ya que pareciera que falta conclusión, pero las convenciones de especialistas en la Edad Media afirman que termina en incógnita y no es que el texto esté incompleto. Puedes leer toda la obra desde aquí.
Con información de Once