Una nueva revisión de investigadores de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, la Universidad Ludwig Maximilian y la Universidad de Hasselt ha caracterizado ocho formas en que los contaminantes químicos dañan el cuerpo: el estrés oxidativo y la inflamación, las alteraciones y mutaciones genómicas, las alteraciones epigenéticas, la disfunción mitocondrial, los trastornos endocrinos, la alteración de la comunicación intercelular, la alteración de las comunidades del microbioma y el deterioro de la función del sistema nervioso.
“Cada día aprendemos más sobre cómo la exposición a los contaminantes en el aire, el agua, el suelo y los alimentos es perjudicial para la salud humana. Sin embargo, se conocen menos las vías biológicas específicas a través de las cuales estas sustancias químicas infligen daños a nuestro organismo. En este trabajo, proporcionamos un marco para entender por qué las complejas mezclas de exposiciones ambientales provocan enfermedades graves incluso en concentraciones relativamente modestas”, explica Andrea Baccarelli, autor principal de la investigación, que se ha publicado en la revista ‘Cell’.
Estamos continuamente expuestos a una mezcla de contaminantes que provocan cambios en nuestro cuerpo en múltiples ámbitos, desde la concepción hasta la vejez. Gobiernan la expresión de los genes, entrenan y moldean nuestro sistema inmunitario, desencadenan respuestas fisiológicas y determinan el bienestar y la enfermedad.
Sin embargo, no todas las exposiciones ambientales son perjudiciales. Los investigadores señalan que la exposición a la naturaleza tiene efectos beneficiosos para la salud mental.
Los investigadores puntualizan que estas ocho características “no son en absoluto exhaustivas y no captan toda la complejidad de las propiedades químicas y físicas de las exposiciones ambientales, incluidas las mezclas de exposiciones a corto y largo plazo”. Por ello, consideran necesario seguir investigando para comprender los complejos mecanismos por los que las exposiciones afectan a la biología humana, y cómo los procesos alterados interactúan y contribuyen a la enfermedad o confieren beneficios para la salud, a lo largo de la vida.
“Necesitamos investigaciones que amplíen nuestro conocimiento de los mecanismos de las enfermedades más allá de la genética. Los avances en las tecnologías biomédicas y la ciencia de los datos nos permitirán delinear la compleja interacción de las agresiones ambientales hasta el nivel de una sola célula. Este conocimiento nos ayudará a desarrollar formas de prevenir y tratar las enfermedades. Con los graves retos medioambientales como la contaminación atmosférica y el cambio climático, sobre todo, necesitamos políticas locales, nacionales e intergubernamentales sólidas para garantizar entornos saludables”, concluye Baccarelli.