Los gamers mexicanos destinaron 6 mil 300 pesos en la compra de consolas de videojuegos y 860 pesos por un juego el año pasado, reveló un estudio de The Competitive Intelligence Unit (CIU).
El mercado de los videojuegos tuvo un valor de 32 mil 229 millones de pesos en 2020, es decir, un aumento de 4.4% frente a un año antes, cuando totalizó 30 mil 848 millones de pesos.
Las consolas fijas son las de segunda mayor preferencia para acceder a juegos, con una razón de 20% del total de usuarios, pero es el segmento en el que se genera mayor proporción de ingresos de la industria, explicó Alberto Arteaga, analista de la consultora.
El dispositivo preferido para jugar es el smartphone, con la preferencia de 75% de los gamers, seguido por las consolas, las tabletas con 8%, las computadoras de escritorio con 6% y las consolas portátiles con 4%.
Agrega que esto se explica por la creciente contabilidad de jugadores casuales como aquellos que usan sus smartphones y tabletas como consolas para jugar, así como por la diversificación del modelo de negocios, ante la creciente oferta y adopción de alternativas de juego por suscripción mensual, compras dentro de los juegos o publicidad, entre otros.
México cerró el año pasado con 72.3 millones de videojugadores o gamers, un incremento de 5.5% comparado con 2019, de acuerdo con The CIU.
De acuerdo con el estudio de la consultora, 60.7% de los mexicanos tienen Xbox de Microsoft.
“A pesar de ser la marca favorita de los mexicanos, registró un retroceso de cuatro puntos porcentuales en su preferencia respecto a 2019”, detalló.
Le sigue PlayStation, de Sony, con 29.2% de las preferencias. “Las consolas preferidas de esta marca son PlayStation 4, con 18.8%, y PlayStation 3, con 5.0% del total de los jugadores. La nueva PS5 ya alcanza una razón de 1.2%”, arrojó el análisis.
“Este crecimiento en la elección de estas consolas se debe a juegos exclusivos como Death Stranding, The Last Guardian o God of War, el lanzamiento de una nueva generación de consolas, así como mayor resistencia a los efectos económicos recesivos derivados de la pandemia”.