En el contexto de un mar de Cortés (o golfo de California) sobreexplotado tanto por la pesca legal como ilegal e inmerso en fuertes transformaciones por el cambio climático, la relevancia del parque marino Cabo Pulmo es mayor. Esta área protegida, ubicada al interior del golfo y al sur de la península de Baja California, aloja la principal barrera de corales del océano Pacífico mexicano y desde que fue creada, en 1995, las poblaciones de diversas especies marinas, incluidas las comerciales, han aumentado considerablemente.
“Tenemos 600 por ciento más flora y fauna que hace quince años”, señala ufano don Mario Castro, uno de los defensores locales que ha dejado su vida por proteger Cabo Pulmo. La investigación científica lo acredita: en los años 90 las mediciones arrojaban que al exterior de la reserva había casi nula biomasa. Hoy, en cambio, se manejan alrededor de 600 toneladas.
Este lugar contiene una prodigiosa variedad de especies únicas que se caracterizan por tener procesos evolutivos aislados. Ello, debido a que solo tiene comunicación con el océano Pacífico en su parte sur y por ende las especies que lo habitan están parcialmente confinadas. Por lo mismo, el mar de Cortés fue llamado hace más de medio siglo por el famoso conservacionista, Jaques Costeau, “el acuario del mundo”.
Sin embargo, el investigador Héctor Reyes Bonilla, de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), uno de los principales expertos en corales y ecosistemas marinos de México, alerta sobre el modo en que el cambio climático ya está produciendo transformaciones en este mar y sobre la amenaza que representa la llegada de turistas que, según dice, sobrepasa las capacidades del área protegida.
La primera reputación de Cabo Pulmo, en el siglo XIX, estuvo marcada por los sorprendentes tesoros de su lecho marino: las ostras perleras del mar de Cortés han producido algunas de las joyas más famosas del mundo. The Great Lemon, una perla negra del tesoro de los reyes de Inglaterra, habría sido pescada en la isla Cerralvo. La famosa novela de John Steinbeck, La Perla, es una fábula sobre la fortuna y la avaricia también desplegada en esta región del mundo, remota hasta 1970, cuando el presidente Luis Echeverría Álvarez decidió convertir Baja California Sur en Estado de la federación y dar comienzo a un proyecto turístico que está hoy entre los tres más importantes del país: Los Cabos.
Juan Castro Montaño trabajó para el legendario Cousteau. Al convertirse en buzo para el equipo del investigador francés, descubrió en el fondo del mar de Cabo Pulmo maravillas que como pescador no había imaginado: la diversidad de peces, moluscos, reptiles, medusas y crustáceos; el colorido fantástico como si se tratara de los vitrales de catedrales sumergidas; la multiplicidad de las formas y el diseño de los espacios configurados como enmarañadas selvas submarinas de belleza estilizada; teatro de tragedias y comedias, según el lugar que se ocupe en la cadena alimenticia: desde la rapidez letal de los depredadores hasta el sueño apacible de los animales más extraños del mundo, los corales.
“A mí me contrató Felipe Cousteau, al poco tiempo murió en un accidente aéreo, creo que era hijo del señor Jacques”, contó Juan Castro Montaño en una entrevista del 2014.
”Mi contrato era para que emboyara cada sitio de buceo —contó Montaño— es decir, poner un ancla con una boya; luego ellos bajaban por allí a la profundidad. Me recomendaron que cobrara caro porque ese señor tenía montañas de dinero, pero no cobré un solo peso, tuve el placer de estar en ese barco que al frente parecía tener un tablero de carro; se impulsaba por energía solar, todo de aluminio”.
La investigación científica acreditó las sensaciones del viejo pescador: Cabo Pulmo es un oasis marino único para todo el Pacífico mexicano, valioso como centro de reproducción y difusión de organismos que pululan en el mar contiguo.
Óscar Arizpe, quien fue autor principal del programa de conservación y manejo de la reserva, reseña sus condiciones: “Es el arrecife más al norte de todo el Pacífico americano. Además de constituir el único arrecife coralino de Baja California, tiene particularidades de tres provincias: la panámica [el Pacífico intertropical americano], la californiana y también la del Indo-Pacífico, lo que la hace especialmente rica y diversa en especies”, explica.
Además, el experto, quien es investigador de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), asegura que se trata de un arrecife de 20 mil años de antigüedad, y si se le compara con otros, es de los más longevos del Pacífico americano, lo que revela el valor para su protección.
Según el científico, la protección de Cabo Pulmo ha hecho que cada vez se vean más tiburones y animales grandes. Sin embargo, las condiciones de los años 40, de acuerdo a los testimonios de los más ancianos de la zona, no han regresado. Reyes Bonilla estima que eso podría lograrse con quince años más de trabajo estricto de conservación como se ha hecho desde 1995. El problema es que toda la región está inmersa en transformaciones profundas por el cambio climático.
El acuario único va desapareciendo. El aumento constante de la temperatura del agua ha provocado la llegada de especies tropicales que son comunes hacia las costas de Oaxaca o Chiapas. A su vez, las especies del golfo acostumbradas a un mar frío están buscando migrar hacia el norte, en búsqueda de menor temperatura. Esto está ocasionando cambios en la composición del mar de Cortés, asegura Reyes Bonilla.
Pero eso no es todo. Las especies que optan por remontar hacia el norte se encontrarán tarde o temprano con la barrera continental ya que la única manera de salir al Pacífico abierto es por el sur. Cuando eso ocurra, tendrán dos opciones: adaptarse o desaparecer. En cuestión de décadas se verá un mar distinto al que conoció el ilustre oceanógrafo y conservacionista francés, advierte el científico.
“Aunque la reserva genera múltiples beneficios, entre ellos proveer de mayores volúmenes de pesca, como estrategia de conservación es limitada si no se realiza un proceso integral para el manejo de todo el mar de Cortés”, explica el investigador.