Toda la semana pasada mi cuenta de Twitter (@armandoreporta) se incendió cuando escribí en ella las dos palabras que hoy titulan esta columna. “Adiós Petróleo” fue mi forma de resumir, la profunda revolución energética con la que el gobierno del presidente Joe Biden ya se comprometió.
Déjeme primero contarle cómo esas reformas en Estados Unidos están transformando su industria energética. Después le diré, porque la mayoría de los retuits fueron de mexicanos preocupados, porque hay reformas en su país que lo están poniendo en conflicto directo con EE.UU.
Durante años en el senado, se dijo de Joe Biden que su mayor atributo y defecto son el mismo. Su terquedad, y eso es relevante hoy porque la transformación que el presidente propone en una nueva economía va en serio.
Auméntele usted que la nueva gente con nuevo poder político real en Washington está también empecinada con la ambición de dejar sus nombres escritos en el diseño del futuro de EE.UU. Y esa combinación de terquedad y ambición le dirán que los nuevos poderosos, Gina McCarthy, asesora Nacional de Clima; Deb Haaland la nueva Secretaria del Interior; Jennifer Granholm Secretaria de Energía; Gina Raimondo Secretaria de Comercio y Pete Buttigieg el nuevo Secretario de Transporte, no dejarán de meterle ideas en la cabeza al presidente para transformar las fuentes de energía en Estados Unidos.
Estos nuevos poderosos en Washington tienen acceso a la cartera nacional y eso los hace mucho más creíbles. Esta semana la Casa Blanca estará anunciando nuevas formas de acelerar la instalación de energía eólica marina en las dos costas de Estados Unidos.
Solamente para empezar, esta nueva energía de viento tendrá miles de millones de dólares con que respaldar préstamos del Departamento de Energía; esta semana se publicará cómo acceder a $3 mil millones de dólares en créditos a la nueva industria eólica en el mar.
Es dinero abierto a empresarios que se asocien con desarrolladores, proveedores y otros socios financieros de transmisión eólica marina en apoyo a proyectos creando para empezar 1.000 Megawatts de energía eólica terrestre.
En el Departamento del Interior, su Oficina de Gestión de Energía Oceánica anunciará también una nueva área prioritaria de energía eólica en las aguas poco profundas entre Long Island, Nueva York y la costa de Nueva Jersey. Esto creará más de 32 mil nuevos empleos en el área de arrendamiento de New York Bight, una nueva zona de energía eólica en la esquina del área metropolitana de tres estados, Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut, el centro de población metropolitana más grande de Estados Unidos, con más de 20 millones de personas con enormes necesidades de energía confiable y barata. Los arrendamientos ya son para el 2021 y el 2022. Esto mis amigos, ya dejó de ser discurso. Es realidad.
Las nuevas industrias de energía de sol y viento tendrán ahora un desarrollo acelerado, el petróleo y su enorme industria de derivados desaparecerán paulatinamente. Es cierto que solamente el uno por ciento de los autos en Estados Unidos son híbridos o eléctricos, y que el 99% de los vehículos dependen y lo harán aún por dos o hasta tres décadas más, del petróleo.
Pero el plan es que los autos de combustión interna desaparezcan en cuanto sepamos cómo reciclar, billones de toneladas de basura de metal y plástico. Y mientras la energía renovable crece, la industria de los hidrocarburos será exprimida como limón seco, y eso nos está llevando a un pleito con México, que de ser socio y amigo cercano, está por convertirse en un problema cercano.
El presidente López Obrador de México, como Biden está comprometido con reformas, la diferencia es que México pone a PEMEX, su empresa estatal de gas y petróleo, como eje del desarrollo de la economía mexicana.
Hay un acuerdo comercial entre los dos países, y la reforma mexicana de hidrocarburos ignora a propósito los términos del tratado, haciendo polvo a los competidores privados de PEMEX y de la Compañía Mexicana de Electricidad, afectando a las empresas de gasolina, diésel, gas natural, petróleo crudo y petroquímicos que les hacen competencia.
El monopolio petrolero estatal de México fue abolido en 2013, y con eso Pemex perdió una participación de mercado importante frente a empresas privadas de Estados Unidos y de otros países que operan en el mercado de importación de combustibles. Ahora, a mucha gente en Washington le preocupa que la reciente Reforma de Hidrocarburos mexicana, esté hecha para sacar del juego a los inversores privados y los actores del mercado mundial de hidrocarburos.
El Senado mexicano ya aprobó otra controvertida reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, también iniciada por López Obrador, que les serruchó el piso a los inversionistas privados de energía renovable.
El Congreso en Washington exige que el presidente Biden le haga ver a México que se está buscando un conflicto importante con su socio y amigo, y que seguir desarrollando su industria de hidrocarburos, sin competencia ni nueva tecnología, la va a sumir más a su patético atraso de siempre.
López Obrador se niega a que su energía renovable nazca y crezca, y eso impedirá que mucha gente se suba al tren de los cambios que ya está saliendo de la estación en Washington, D.C.
Los planes energéticos de México lo siguen deteniendo en la década de los 70’s. Es cierto que el petróleo no desaparecerá mañana… pero tiene los días contados. México es un vecino estratégico de Estados Unidos, el que siga apostando su desarrollo a los hidrocarburos que van a desaparecer, ignorando también a la nueva economía de EE.UU es un error histórico… muy costoso.
Por casi tres décadas el periodista Armando Guzmán se ha ganado el reconocimiento en México y Estados Unidos por su cobertura en Washington. Puede seguirlo en los diferentes medios y plataformas, como radio, televisión, prensa escrita e internet.