Ilustrada con la fábula de la noticia buena y la noticia mala he escuchado esta teoría política —o grilla, para el caso es lo mismo— relacionada con las elecciones intermedias de 2021 y las presidenciales de 2024.
La noticia mala:
Morena, para la mayor desgracia de conservadores y fifís, ganará la mayoría de la Cámara de Diputados y al menos 10 de las gubernaturas en disputa en este 2021. Y, por lo tanto, en 2024 casi seguramente Morena conservará la presidencia de México.
No sería tan mala noticia para la derecha si el candidato presidencial de Morena fuera el más moderado en el equipo de AMLO, el canciller Marcelo Ebrard.
Pero, lamentablemente para los neoliberales, Marcelo Ebrard no será un candidato presidencial aceptable para la izquierda, con la que jamás entrará en conflicto el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La noticia buena:
Para la izquierda mexicana solo es aceptable la candidatura presidencial de la mujer que, para muchos, está en el centro del proyecto sucesorio de AMLO, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum.
Por increíble que resulte, Sheinbaum, activista de izquierda de toda la vida, no solo es bien vista por fifís y conservadores, sino que inclusive la aplauden. Cito algunos ejemplos, dos de ellos del día de hoy y el otro ya citado en SDPNoticias por Federico Arreola:
“Al César lo que es del César”… Mi reconocimiento a la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y al alcalde de Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo, por la EXCELENTE labor realizada en Campo Marte por motivo de la segunda aplicación de la vacuna del Covid-19 a los adultos mayores”.
Carlos Alazraki, hoy jueves 15 de abril de 2021
Ello significa que en los sectores mexicanos no izquierda, particularmente los empresariales, a Claudia Sheinbaum se le ve como la única opción para implementar en el mediano plazo, con sentido práctico y en beneficio de todos —sean de derecha o de izquierda— las actuales transformaciones de AMLO, que mientras no se aterricen correctamente serán vistas por muchas personas, en México y en el extranjero, como una copia del modelo venezolano.
Muchas veces López Obrador ha dicho que no lo confundan con ningún gobernante de izquierda de Latinoamérica, que él no imita a nadie, que solo sigue el ejemplo de los patriotas que construyeron a México, como Juárez y Madero.
Si vamos a creerle, sus transformaciones que asustan a la gente no izquierdista no llevan la intención de dirigir a nuestro país a ningún tipo de socialismo, sino nada más crear condiciones para que la economía de mercado, controlada para el Estado, no sea tan brutalmente injusta con las personas pobres.
No tendrá tiempo de demostrarlo. Quizá AMLO lo hubiera tenido si no lo hubiera retrasado la pandemia, que le ha quitado a su proyecto lo que más necesitaba: crecimiento económico. Entonces, el México que López Obrador heredará deberá terminar de ser afinado por quien le suceda en la silla presidencial. Y Sheinbaum, por lo hecho durante toda la pandemia —especialmente en la campaña de vacunación— se está presentado como una gobernante confiable, pragmática, eficiente y sin complejos ideológicos. Como dijo Alazraki: honor a quien honor merece.