En Libia hay todavía combatientes y mercenarios extranjeros cuya presencia viola el acuerdo de alto el fuego alcanzado en octubre, dijo el secretario general de Naciones Unidas, que pidió su salida y el fin de los incumplimientos del embargo de armas de la ONU, señalando que son “elementos críticos” para una paz duradera tanto en el país norteafricano como en la región.
En un reporte al Consejo de Seguridad de la ONU obtenido por The Associated Press el viernes, António Guterres, señaló que la suave transferencia de poder al nuevo gobierno interino que tomó posesión en marzo “da renovadas esperanzas para la reunificación del país y sus instituciones y para una paz duradera”.
Pero el progreso debe mantenerse en las vías políticas, económica y de seguridad para que se puedan celebrar elecciones el 24 de diciembre, añadió.
Libia quedó sumida en el caos cuando una revuelta respaldada por la OTAN derrocó al dictador Moammar Gadhafi en 2011 y dividió a la nación petrolera ente un gobierno respaldado por la ONU en la capital, Trípoli, y autoridades rivales asentadas en el este, que tenían el apoyo de grupos armados y gobiernos extranjeros.
En abril de 2019, el comandante Khalifa Hifter, del este, y sus fuerzas lanzaron, con respaldo de Egipto y Emiratos Árabes Unidos, una ofensiva para tratar de tomar la capital. Su campaña de 14 meses colapsó cuando Turquía reforzó su ayuda militar al gobierno reconocido por la ONU con cientos de soldados y miles de mercenarios sirios. El acuerdo de alto el fuego firmado en octubre, que incluía una petición para que todos los combatientes y mercenarios extranjeros saliesen del país en el plazo de 90 días, condujo a un acuerdo para un gobierno de transición y para los comicios de diciembre.
Naciones Unidas estimó en diciembre que en el país había al menos 20.000 combatientes y mercenarios extranjeros, incluyendo sirios, rusos, sudaneses y chadianos. Pero en una reunión informal del consejo a finales de abril, los participantes señalaron que se superaban los 20.000, de los cuales 13.000 eran sirios y 11.000 sudaneses, según diplomáticos.