En 2012 a Miriam le secuestraron a su hija, dos años después, sin apoyo de ninguna autoridad, encontró los restos de su hija en lo que se conoce como una fosa común, lugar donde el crimen organizado entierra a sus víctimas por todo el territorio mexicano.
Ante la falta de interés de las autoridades estatales y federales, dedicó su vida a buscar y encarcelar a los responsables del secuestro y asesinato de su hija.
Como si de una película se tratara, Miriam encaró múltiples personajes para conseguir información. “Se cortó el pelo, se lo pintó, se hizo pasar por encuestadora, trabajadora de salud y funcionaria electoral para conseguir nombres y direcciones”, se lee en un reportaje que el New York Times le dedicó el año pasado. “Inventó excusas para conocer a sus familias: abuelas y primos que, sin saber, le daban los más mínimos detalles. Los registraba en un cuaderno que guardaba en el maletín negro de su laptop con el que hizo la investigación y los rastreó, uno por uno”.
Logró encarcelar a más de la mitad de los responsables.
Pero parece que pedir justicia en este país es un crimen.
Miriam fue asesinada un 10 de mayo de 2017 frente a su casa. A pesar de los gritos de auxilio por años a las autoridades y que estas sabían del riesgo que enfrentaba Miriam, nadie se preocupó por protegerla. Ni el gobernador de Tamaulipas ni el Presidente de la República.
Hoy una película basada en Miriam Rodríguez triunfa en Cannes: “La Civil”. En su presentación, el largometraje recibió una ovación de 8 minutos.
Nunca olvidemos el nombre de Miriam Rodríguez, cuya historia de valor y determinación refleja todo lo que está podrido en este país.