Durante el fin de semana y en los primeros días de esta, Andrés Manuel López Obrador criticó el rol de la Universidad Nacional Autónoma de México, la célebre UNAM, por lo que llamó “la instauración de las políticas neoliberales en los gobiernos priístas y panistas”, lo cual hizo surgir de inmediato airadas quejas entre la propia comunidad universitaria.
Nunca antes un presidente había sido tan duro hacia el desempeño de la Universidad, una de las más prestigiadas en América Latina y la más importante en el país; de ahí las protestas amplias, tanto de aquellos que en forma sistemática están en contra de AMLO, como entre los catedráticos, pero hasta hoy, la pregunta que hizo no ha tenido respuesta: ¿Dónde ha estado la UNAM durante las etapas en que tanto daño ha causado el neoliberalismo en México?
Y es que, desde los acontecimientos de Tlatelolco en 1968, cuando cientos de estudiantes fueron asesinados por el régimen priísta de Gustavo Díaz Ordaz, no se ha involucrado la UNAM en los movimientos sociales relevantes. En ese año, sí hubo una marcha histórica encabezada por su entonces rector Javier Barros Sierra para protestar por la violencia ejercida por el Estado en contra de sus estudiantes.
Empero, con el paso de los años, la UNAM se ha alejado o desinteresado de los hechos que han cambiado el curso del país. En el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en contra del Gobierno Federal, el uno de enero de 1994 en Chiapas, no tuvo una participación significativa a la hora de conciliar la paz, pese a que los acuerdos de San Andrés Larráinzar nunca fueron cumplidos.
Tampoco tuvo reacción por la vergonzosa matanza de Acteal, también registrada en Chiapas, durante el régimen de Ernesto Zedillo. Pasaron los años y, ya en 2012, varias universidades privadas, no la UNAM, encabezaron la lucha del #YoSoy132; en Ayotzinapa tampoco se unió la UNAM, sino débilmente, a la protesta para esclarecer la desaparición de los 43 normalistas. De igual forma, fue espectadora en los grandes fraudes electorales de 1988, 2006 y 2012, en los casos del FOBAPROA y privatización de los bancos, entre otros sucesos dolorosos para la sociedad mexicana.
Los rectores Guillermo Soberón Acevedo, Jorge Carpizo, Juan Ramón de la Fuente y José Narro Robles, tan pronto como acabaron su respectivo mandato, se unieron a los gabinetes de los presidentes priistas Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Enrique Peña Nieto. Por su parte, De la Fuente es ahora el representante de México ante la ONU, nombrado por AMLO; José Narro, en el 2017, fue presidenciable y estuvo a punto de ser líder nacional del PRI y, además, su nombre aparece en la lista de los grandes acaparadores de medicinas en nuestro país.
Como rector de la UNAM, Narro Robles hizo un spot que se difundió a nivel nacional en el que dio el espaldarazo al entonces Instituto Federal Electoral, justo cuando millones de ciudadanos protestaban por el fraude electoral que llevó al poder a Peña Nieto. La comunidad universitaria guardó total silencio ante esa grave afrenta.
Como rector de la UNAM, Narro Robles hizo un spot que se difundió a nivel nacional en el que dio el espaldarazo al entonces Instituto Federal Electoral, justo cuando millones de ciudadanos protestaban por el fraude electoral que llevó al poder a Peña Nieto. La comunidad universitaria guardó total silencio ante esa grave afrenta.
Entonces, ni cómo contradecir a Lopez Obrador en esta ocasión. La UNAM debe reivindicarse con el país y, si bien es cierto que también ha sido un universo libre a las ideas, independientemente de qué partido gobierne, es necesario que tenga una mayor influencia e interés en los asuntos nacionales. Es mejor reflexionar y reconocer que rasgarse las vestiduras, pues.