Ayer se despejaron algunas dudas… pero surgieron otras en la perspectiva de 2022.
Permítame referirme a tres hechos relevantes.
El primero fue la comparecencia de Victoria Rodríguez Ceja en la Comisión de Hacienda del Senado, propuesta por el presidente López Obrador para ocupar la gubernatura del Banco de México.
El segundo fue el incremento de 22 por ciento a los salarios mínimos para 2022, acordado por los sindicatos, los patrones y el gobierno.
El tercero fue el mensaje ante un Zócalo repleto, con motivo de los tres años de gobierno del presidente López Obrador.
Veamos.
No hay duda de que Morena cuenta con los votos necesarios para conseguir que Rodríguez Ceja se integre a la Junta de Gobierno y sea designada gobernadora por el presidente de la República.
Por esa razón era importante conocer su perspectiva respecto a cómo debe funcionar el Banco Central.
Uno de los aspectos más relevantes de su comparecencia fue su respaldo claro al mandato único del Banco Central: mantener el poder adquisitivo de la moneda, es decir, controlar la inflación.
Había especulación respecto a un posible coqueteo con la visión del doble mandato (inflación y crecimiento) que ha surgido entre algunos círculos de Morena y del PT.
Dio la impresión de mantener una visión ortodoxa, además de que reconoció que el gobierno del Banco Central se efectúa a través de una Junta de Gobierno en la que su voto sería solamente uno más.
Me parece que estos pronunciamientos, así como la reiteración respecto a que las reservas internacionales deben usarse para lo que señala la ley, es decir, respaldar a nuestra moneda, quitan dudas respecto a su posición.
No obstante, tendrá que demostrar en los hechos su autonomía e independencia del Ejecutivo.
El incremento de 22 por ciento al salario mínimo, que lo coloca en 172.87 pesos para 2022, puede tener un doble efecto.
Uno de carácter positivo es que fortalece el poder adquisitivo de los segmentos de menores ingresos de la población. Pues implica un aumento real de casi 14 por ciento.
Otro efecto que deja ciertas interrogantes es su impacto en esta coyuntura específica de alta inflación.
Si el incremento se limita a la parte de los que ganan el salario mínimo en el sector formal, su impacto en costos será limitado y asimilable.
Pero si resultara, a través del llamado ‘efecto faro’, en un alza mayor en las revisiones contractuales, quizá se podría generar un efecto inercial en la inflación que haría mucho más difícil bajarla de los niveles que hoy tiene.
El tercer hecho presentado ayer fue el mensaje del presidente López Obrador. Más que lo que dijo en la tribuna del Zócalo, me parece que fue la concentración de alrededor de 200 mil personas lo que resultó más relevante.
Hacía mucho tiempo que el presidente de la República no encabezaba un acto con esta asistencia.
Y creo que así comienza una temporada en la cual las concentraciones masivas serán un instrumento de la operación presidencial.
Aunque el tono del discurso fue semejante al de otros informes, dando cuenta de programas y obras, no dejó fuera el mensaje político en el que subrayó la irreversibilidad de los cambios que ha realizado.
Las dudas en este caso son respecto a las implicaciones de que nuevamente veamos a un presidente que encabeza concentraciones masivas y retoma el papel que tanto le gusta de hablarle a las multitudes, al ‘pueblo’, como él las denomina.
Veremos si el acto masivo se inscribe en el proceso de radicalización que ha tenido y que en el propio discurso ponderó cuestionando a quienes se aproximan al centro del espectro político.
La posibilidad de realizar eventos de esta naturaleza le puede dar la confianza para alejarse del centro y moverse a posiciones más radicales, con la certeza de que no perderá el apoyo de la población.
Y, eso no es un buen augurio ni para la economía ni para la democracia.