En el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe celebrado en Argentina en 1990, la Asamblea del Movimiento Feminista Latinoamericano, tomando en cuenta que las complicaciones por el aborto inseguro y clandestino constituyen la primera causa de mortalidad de las mujeres en muchos de los países de la región, decidió declarar el 28 de septiembre como el día de acción global por el acceso al aborto legal y seguro.
En la Argentina, el año 2018 marcó un hito en la historia de la lucha de las mujeres: por primera vez, el Poder Legislativo trató el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La ley fue eventualmente aprobada en diciembre de 2020. A partir de la aprobación de la Ley N° 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo, se crearon nuevos desafíos.
Algunos datos significativos
La cifra de abortos practicados cada año en los países latinoamericanos es realmente sorprendente. Se estima que la suma puede llegar a los cuatro millones o quizás más de todas las mujeres que son sometidas a esta práctica y donde un porcentaje bastante alto de ellas, mueren debido a los riesgos y complicaciones porque en su mayoría son realizadas de manera ilegal.
Por otro lado, a nivel mundial son miles los casos de mujeres que fallecen debido al aborto y los índices de decesos ocurren en los países subdesarrollados donde la pobreza extrema, el hambre y la falta de políticas sociales justas están a la orden del día.
El aborto está considerado como una de las cinco principales causas de mortalidad de la mujer en gestación. De acuerdo a las estadísticas más recientes suministrada por Médicos Sin Fronteras, el aborto no seguro ocasiona una de cada doce muertes en mujeres embarazadas.
En África y Asia la cifra de decesos de mujeres jóvenes también es muy alta debido a la práctica de abortos no seguros. Muchas de ellas sufren graves daños que pueden dejarlas con alguna discapacidad o con la imposibilidad de volver a procrear. Riesgo al que también se expone toda la población femenina en gestación alrededor del mundo. Si se comparan estos datos con aquellos países donde el aborto ya está legalizado, se puede observar una notable diferencia en cuanto a la cantidad de muertes que deja un aborto clandestino.
En algunos países de Europa de cada diez abortos puestos en práctica, nueve no ponen en riesgo la vida de la mujer, mientras en aquellos que está prohibido y el procedimiento es clandestino, la madre termina falleciendo o sufriendo alguna secuela permanente.