La figura paterna ha sido inspiración de diversos autores en la creación de grandes obras de ficción; ya sea en vida o tras su muerte, manteniendo una relación distante o amorosa, el tratamiento del padre en la literatura es el modo en que algunos autores han logrado entenderse a sí mismos.
Es el caso de La invención de la soledad, donde la muerte de su padre sirve a Paul Auster para reflexionar sobre la paternidad, la soledad y la literatura. La primera parte, Retrato de un hombre invisible, es sobre su relación con su progenitor; mientras que la segunda parte, El libro de la memoria, continúa la reflexión, pero ahora desde su punto de vista.
Hay casos en que los narradores son testigos de la lucha de sus familiares contra enfermedades, como es el caso de Patrimonio, en el que Philip Roth narra la historia de un agente de seguros jubilado, un hombre que en una época fue fuerte y encantador, pero ahora, a sus 86 años, se enfrenta a un tumor cerebral. Este hombre es Herman, el personaje más importante que Roth creó: su padre.
A partir del duelo, muchas obras han cobrado vida, como es el caso de La muerte del padre, la primera novela de las seis que conforman Mi lucha, de Karl Ove Knausgård, y que pueden ser leídas de forma independiente o por partes. En esta primera parte, el escritor noruego habla de cómo la muerte prematura de su papá le causó emociones contradictorias: alivio y un profundo dolor, que aún no logra superar.
Cuando el padre de Jorge Volpi falleció en agosto de 2014, el mexicano decidió tener un luto literario, y dedicó el 2015 a hacer un libro que le permitiese recordarlo. Así nació Examen de mi padre, una obra personal, pero que se volvió una radiografía del país, al abordar temas como la guerra contra el narcotráfico, Ayotzinapa, el caso de la guardería ABC y los problemas derivados de la migración.
También, a manera de homenaje, la francesa Annie Ernaux escribió El lugar, en el que cuenta como superó el examen de capacitación en la preparatoria, lo que le causó un gran orgullo a su padre, un hombre que provenía del medio rural y que falleció dos meses después. Es un texto en el que se enorgullece de sus orígenes, pero también deja ver que tan alejada se siente del mundo que ha dejado atrás.
Por otro lado, Franz Kafka escribió Carta al padre, en el que se aprecia el irreparable vínculo que mantenía con su progenitor, un hombre que siempre lo hizo sentir inferior e inseguro. En estas páginas, el escritor se describe como una persona con dificultad para entablar relaciones y que temía al fracaso.
En estos trabajos también está el deseo de conocer sobre su pasado, como es el caso de la crónica Adiós a los padres, en la que Héctor Aguilar Camín reconstruye el encuentro con su padre, y en la que rescata la historia de su familia en los años 30 y 40.
En Mi padre y yo, el inglés J.R. Ackerley narra la vida de su adultero padre, quien mantuvo dos familias paralelas sin que ninguna conociera la existencia de la otra. Descrita por Truman Capote como “La autobiografía más original que he leído nunca”.
Finalmente, muchos encuentran una redención al plasmar sus historias, como en Fun home. Una familia tragicómica, donde Alison Bechdel cuenta que su padre era un hombre distante que nunca hizo pública su inclinación sexual. A través de esta novela gráfica, la escritora deja ver sus complejos y su lucha en soledad por encontrar su lugar.
Con información de: El Heraldo de México