El suelo de California, sobre todo el de amplias regiones en el Valle Central, produce frutos que abastecen a amplias zonas del país. Pero también portan una ominosa y poca conocida amenaza: un hongo que en ciertos casos es capaz de producir severos padecimientos a quienes aspiran sus esporas. Se trata de la llamada ‘fiebre del valle’ o coccidiodomicosis, mal producido por hongos del género Coccidioides que provoca lesiones en los pulmones que pueden expandirse a otros órganos y ha mostrado una punzante prevalencia en áreas rurales de California.
Aunque, de acuerdo al Centro de Control y Prevención de Enfermedades, la mayoría de las personas que aspiran las esporas de este hongo no enferman o se recuperan en algunas semanas, en ciertos casos la infección puede ser grave, en casos severos letal, y requieren medicación antimicótica.
Y dado que los hongos que producen la ‘fiebre del valle’ usualmente se reproducen en los suelos secos en áreas rurales, son personas dedicada a la agricultura quienes están más expuestas a sufrir este padecimiento.
Es el caso de Víctor Gutiérrez quien, entrevistado por la televisora NBC News, relató que cree que se contagió en el verano de 2011, cuando el polvo se alzaba en grandes proporciones en los campos de cultivo de nectarinas el Valle Central de California en los que trabajaba. O quizá fue en otra ocasión, ese mismo año, cuando laboraba en la cosecha de uva en la región.
Lo que empezó como una suerte de gripe con tos, sudores y cansancio generalizado –síntomas que Gutiérrez ignoró para continuar trabajando– se convirtió poco después en sufrimientos mucho más severos, al grado de tener dificultades para respirar. Tuvo que acudir a una clínica donde se le diagnosticó la fiebre del valle, y se le dijo ominosamente que podrían solo quedarle seis meses de vida.
Y, es de suponer, no se trataba de una exageración: de las cinco personas que él sabe fueron diagnosticados con fiebre del valle en el mismo periodo, solo él ha sobrevivido.
Entre 1999 y 2016 se registraron unas 200 muertes al año en Estados Unidos por este mal. Gutiérrez logró evitar esa estadística tras un largo tratamiento médico y, en ciertos casos las secuelas pueden afectar al paciente por mucho tiempo.
Ciertamente, los trabajadores campesinos son un grupo con mayor riesgo de contraer la fiebre del valle, aunque trabajadores de la construcción y otras personas expuestas al polvo en áreas donde existe presencia del hongo responsable también pueden desarrollar el mal.
Se teme que la intensificación de las tormentas de polvo a causa de las sequías en California, que han sido muy graves y podrían recrudecerse en el futuro a causa del cambio climático, está relacionada con la alta incidencia de fiebre del valle en California.
Para Gutiérrez, un trabajador rural de ingresos bajos y que no tenía seguro médico, el costo del tratamiento fue muy gravoso, tanto por la cantidad en sí (durante dos meses, por ejemplo, tuvo que pagar cerca de 1,200 dólares solo en medicamentos) como porque con frecuencia no podía trabajar, lo que mermaba el sustento de su familia. Y muchos de los campesinos en esa región son migrantes, viven en condición de pobreza y tienen un estatus de inmigración precario (visas temporales) o nulo (son indocumentados) lo que los pone en riesgos adicionales al tener las opciones de cobertura médica severamente limitadas. Muchos enferman y padecen severamente, con numerosas muertes registradas.
Para encarar esta situación, legisladores de California y Arizona (donde también se padece esa enfermedad de modo importante, como también es el caso de Nevada, Nuevo México, Utah y de ciertas regiones del norte de México y Centroamérica) presentaron recientemente una iniciativa de ley para impulsar la detección, combate y eventual erradicación de la fiebre del valle, sobre todo con la promoción de nuevos tratamientos y vacunas.
Los expertos consideran que cuando la persona se encuentra en un área en la que existe el hongo Coccidioides resulta difícil no estar en contacto con él y sus esporas, aunque se recomienda en áreas donde este organismo es endémico evitar pasar mucho tiempo en áreas de suelos y lugares polvosos.
Quienes han de hacerlo por cuestiones laborales, por ejemplo, deben usar máscaras especiales (respiradores N95), algo que debería ser básico para los trabajadores campesinos en esas zonas, y en general se recomienda evitar estar a la intemperie durante tormentas de polvo, utilizar filtros de aire en interiores y tomar medicamentos antimicóticos preventivos si el médico lo considera necesario.
Con información de Yahoo noticias