El comienzo y el final de la vida de Marcos Daniel, alias “El Niño sicario”, transcurrieron de una forma trágica.
El joven, de 20 años, fue encontrado sin vida en un terreno baldío en Río Verde, San Luis Potosí, la mañana del viernes 6 de septiembre.
Su cadáver, con visibles huellas de tortura y heridas con arma blanca, fue abandonado atrás de un restaurante de mariscos llamado “7 Mares”, ubicado en la calle Frontera de la colonia San Rafael.
Según reportes, la víctima presentaba varios golpes especialmente uno en la cabeza, el cual sospechan fue el que lo mató, además tenía varias lesiones hechas por un machete.
A Marcos Daniel le apodaban “El Niño Sicario” debido a que desde los diez años participó en varios hechos delictivos como asalto con violencia a traseúntes y motociclistas. A su corta edad, Marcos ya había cumplido una condena en la penitenciaría de Río Verde.
Además, el joven protagonizó una fuga masiva con otros chicos de un anexo, quienes habían cometido innumerables robos a mano armada y delitos.
El más reciente atraco de “El Niño Sicario” fue en la empresa Todo Gas, ubicado a unos metros donde se presume, fue asesinado.
En México, los menores son integrados a las organizaciones criminales para engrosar sus filas. Se estima que en el país, al menos 46,000 niños han sido reclutados al narco.
En agosto, salieron a luz diversos videos de niños con fusiles de alto poder y mensajes amenazantes para los cárteles rivales.
Se presume que éstos pertenecerían a la banda de “Los Marucheros”, que forma parte de la estructura criminal del Cártel del Noreste, en Tamaulipas.
“Los Marucheros” son el rango más bajo en el mundo del narco: vigilan carreteras e informan a los líderes sobre el movimiento que hay en ellas. A veces, participan activamente y ponchan llantas a sus enemigos e incluso disparan contra ellos.
La incursión de los “niños del narco” creció a partir de la Guerra contra el narcotráfico, que impulso el ex presidente de México, Felipe Calderón (2006-2012).
Un informe publicado por la Redim, revela que tres niños, niñas y adolescentes son asesinados a diario en el país, debido a la crisis de violencia, que durante 2018 dejó33,000 víctimas fatales.
Los niños sicarios: la herida más dolorosa del narco en México
“¿Prefiere que le corte la oreja izquierda o derecha?, dígame para saber a cuál le pongo anestesia?”, preguntó “La Peque sicaria” a una de sus víctimas.
Con una carrera que inició desde muy joven, Juana conocida como “La Peque sicaria” era la mujer encargada de las decapitaciones y mutilaciones al interior de la célula de Los Zetas.
La oriunda del estado de Hidalgo pasó de ser una sexoservidora a “halcón” de grupos criminales y posteriormente sicaria de los narcos, quienes la adoptaron tras el asesinato de su hermano por miembros de Los Zetas.
Juana, que confesó que a los 15 años quedó embarazada, y para poder mantener a su hija tuvo que prostituirse, tiene una historia singular con los traficantes de las drogas.
“Me enteré que a la esposa y al asesino de mi hermano los habían descuartizado y quemado. Un día en la tarde que nos reunimos me preguntó el comandante: ¿Sabes dónde está tu hermano? ¿Está completo? ¿lo torturaron? Contesté que sí a las dos primeras y que no a la última pregunta. ¡Qué bueno, quédate con ese consuelo. Tú y tu mamá saben a dónde irle a llorar, a dónde llevarle una flor; aparte saben bien que no lo torturaron. En cambio la familia de ese fulano y fulana andan huyendo, y no saben dónde quedaron tirados los restos. —¡Que a toda madre, pinche consuelo! Pensé, pero no dije nada —”, afirmó en su declaración.
Una vez en el Cártel, Juana- de actualmente 30 años- dijo que su trabajo consistía en vigilar las carretera alrededor de ocho horas diarias, en las cuales tenía que reportar si pasaban patrullas, además, si hacía mal su trabajo, la amarraban y sólo le daban de comer un taco al día.
Entre sus terribles revelaciones, Juana declaró que le gustaba tener sexo con los decapitados, y con detalles narró sus prácticas necrofílicas: Además de asesinar a sus víctimas, se bañaba con su sangre e incluso la bebía caliente.
La mujer enfrenta una condena en los Centros de Reinserción Social de Baja California, donde termina la preparatoria y aprende contabilidad de manera autodidacta.
Jugaba a ser sicario
Su debilidad lo hizo presa fácil para el Cártel del Pacífico Sur. Édgar Jiménez, “El Ponchis”, nació apartado del cariño de sus padres. Nunca le gustó la escuela y sus “maestros” fueron las malas compañías y las drogas.
A los 11 años llevó a cabo su primer asalto a un negocio y fue detenido, y tres años después se convirtió en uno de los personajes más buscados por el Ejército mexicano.
Édgar, originario de San Diego, California (EU), creció en un ambiente sórdido y con poco amor por parte de sus padres, quienes fueron varias veces arrestados por tráfico de drogas. De acuerdo al propio niño, con apenas 11 años, fue “levantado” por Jesús Hernández Radilla, líder del Cártel del Pacífico Sur.
Retraído, solitario, y marginado, siempre a la deriva fue reclutado por el crimen organizado, quien lo entrenó para causar muerte y dolor.
Con información de Infobae