Sonora, 1931. Abordo de un Chrysler 29, doce personas van camino a Mexicali. Antes de llegar a su destino deberán atravesar el desierto. Durante el trayecto cada uno exhibirá sus traumas, prejuicios y miedos. Cuando John Sayles y Alejandro Springall comenzaron a escribir el guion de Sonora, Trump todavía no era candidato a la presidencia de su país. Nunca se imaginaron que cuando se estrenara la película las condiciones sociales que reflejaban serían muy similares al presente.
Sorprende la relación entre lo ocurrido en agosto de 1931 en el desierto de Sonora con el México actual.
Es un momento donde coinciden muchas situaciones. Seguía la Gran Depresión en Estados Unidos y el presidente Hoover prohibió el ingreso de vehículos extranjeros a carreteras norteamericanas. Se repatriaron cientos de trabajadores mexicanos. En Sonora subió al gobierno Rodolfo Elías Calles, hijo de Plutarco, e impuso una campaña desfanatizadora de los cultos religiosos. Además, expulsó a la comunidad china del estado. Todas las circunstancias tienen eco con la actualidad, pero lo más curioso es que el guion lo escribí con John Sayles antes de que Trump fuera candidato republicano. Todavía me parece increíble cómo la realidad alcanzó a la historia.
Además, otorgas una dimensión de personaje al desierto.
El desierto es el gran protagonista. Afecta a los personajes que van guiados por Emeterio (Joaquín Cosío), un indígena que nació ahí y que durante el trayecto se reencuentra consigo mismo después de ser un paria alcohólico. Al resto de los viajeros los trastoca de distintas maneras.
En este sentido, la película juega con los estereotipos. Recién mencionaste uno, el indígena alcohólico. Otro es el del revolucionario atrapado en su lucha.
Partir de los estereotipos funciona por economía narrativa, pero hasta ahí. Hay que evitar caer en ellos. Si quieres construir personajes únicos necesitas desdoblar su psicología. Para una película como esta requieres descubrir su sentido y eso lo consigues trabajando con los actores.
La historia hace una alusión al nazismo que entonces había en el país.
Correcto, ahí tenemos a Sánchez (Juan Manuel Bernal). En aquella época se leyó mucho Mi lucha, de Hitler. Incluso se cuenta que cuando Plutarco Elías Calles se fue del país, lo llevaba bajo el brazo.
Eso da pie a hablar del racismo: entonces se señalaba a los chinos, ahora se discrimina a los indígenas y a los centroamericanos.
Quería hablar del racismo abierto y del fascismo sutil en México. Somos una sociedad muy variada. Hay razas a las que vemos para arriba y otras a las que vemos para abajo. Se habla poco de la xenofobia de aquella época, pero me parece un buen momento para hacerlo dada de la gravedad del problema que enfrentamos. Hoy, me parece prudente hablar de la forma en que se denigró y se denigra al migrante.
Para surcar el desierto, el subgénero del road movie era el más apropiado, ¿no?
La historia se centra en doce personajes que no se conocen entre sí, pero que están obligados a convivir durante un recorrido largo. El road movie me permitía explorar la condición humana ante la naturaleza implacable. Por momentos es más peligroso su compañero que el mismo desierto. Los viajeros van conminados en un Chrysler 29, un espacio reducido tal y como ahora sucede con los barcos que llegan a Europa.
La imagen de doce personas atravesando el desierto en condiciones iguales, es también una imagen bastante democrática.
En situaciones extremas brota la necesidad de hacer comunidad para sobrevivir. En este caso resulta interesante el personaje del revolucionario (Erando González), un hombre atrapado en su pasado y con una rabia que domina su vida. Quienes no llegan al final es porque no tienen sentido de vida.
¿Dentro del trabajo de guion cómo darle cohesión a una película coral como Sonora?
Se necesita una estructura narrativa fuerte y trabajar mucho con los actores. Quería que el coche fuera un microcosmos de México. Es decir, es una combinación técnica con presencia actoral. Si lo consigues transitas de un tono a otro de manera natural, es algo intrínseco a la narrativa cinematográfica.
¿Sonora es tu película más ambiciosa?
Sin duda porque la dimensioné como una película épica, grande y ambiciosa. Cuidamos cada peso para poder multiplicar su valor en pantalla.
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