Tal vez sea el de Caín a Abel el fratricidio más conocido por la humanidad. El primero, cegado por la envidia, decidió acabar con la vida de su hermano, quien había recibido predilección divina. Una pulsión lo convirtió en asesino.
A finales del año pasado, la opinión pública y las redacciones de los periódicos, acostumbradas a que la muerte desfile por sus páginas, detuvieron su ajetreada cotidianidad ante una muerte perturbadora: un fratricidio que aún hoy estremece…
Era la mañana del 19 de diciembre del 2018. La señora María de Lourdes, de 42 años, se encontró con el horror: Martín, de cuatro años, estaba inerte, envuelto en sábanas ensangrentadas. Su hermano Jorge, de 12 años, lo había matado la noche anterior: primero lo asfixió, luego le hizo un corte de 15 centímetros en el cuello y finalmente lo apuñaló en al menos ocho ocasiones en tórax y abdomen. Jorge regresó a su cama y volvió a dormir.
¿Qué habrá pasado por su cabeza al momento de asesinar con tal saña?
De acuerdo con el médico psiquiatra Humberto Nicolini, “hay genes que todos poseemos, y formas de estos genes que se han asociado con una mayor predisposición a reacciones impulsivas; la impulsividad, que ya está más cercana a la agresividad, como formas de decisiones que pueden no ser tan acertadas y asociarnos con la conducta criminal.”
En el número 75 de la calle Refugio, en la colonia Nativitas de la alcaldía Benito Juárez, dormían otros tres hermanos de los menores. María de Lourdes los cuidaba.
Jorge es hijo adoptivo del reconocido pintor mexicano Daniel Lezama y de Reina Cuenca Mendoza. El pequeño Martín era el único hijo natural de la pareja.
La noche del asesinato no estaban en casa: ella, de viaje en Puebla; él dormía en un departamento de la colonia Narvarte.
Según vecinos, en la familia todo transcurría con normalidad… hasta aquella noche, cuando Jorge decidió vestirse de asesino.
Jorge tenía antecedentes de violencia: varios compañeros de la escuela lo habían reportado por golpearlos sin razón. Ya recibía atención psicológica por sus impulsos violentos.
El doctor Nicolini asegura que “existen alteraciones genéticas que sin lugar a dudas predisponen a conductas de mayor agresividad.”
La mañana del macabro hallazgo, al ser entrevistado por los trabajadores sociales de la procuraduría capitalina, declaró que sentía celos y odio por su medio hermano. Los otros hijos de la pareja también expresaron sentirse relegados: el pequeño Martín recibía toda la atención.
Jorge no fue sujeto a ninguna acción penal; fue ingresado a un centro de asistencia del DIF para recibir atención especializada.
Al platicar con el criminólogo Daniel Cunjama, para tratar de entender este tipo de delitos, éste lanza una sentencia que congela: “Todos tenemos la capacitad biológica para poder detonar los actos más atroces.”
Es ahí donde cabe el asombro: la noche del 18 de diciembre del 2018, tan fría como la del cuento de Kafka, Jorge asfixió a su medio hermano, lo apuñaló y volvió a dormir.
Con información de Excélsior