Tan sólo dos días después de que el secretario de Defensa de EEUU, Mark T. Esper, dijera en público que el ejército de su país no pensaba abandonar el norte de Siria y a sus aliados kurdos, que permitieron la derrota del Estado Islámico a principios de este año, el mismo personaje reconoció hoy que el presidente Donald Trump ha dado la orden de retirada de los cerca de 1.000 uniformados que permanecen en esta región.
Esper hizo el anuncio en una entrevista con la cadena CBS y allí mismo admitió que los turcos han comunicado a Washington que su operación militar será un ataque mucho más amplio de lo que dijo Trump, cuya administración acumula ya todo un récord de contradicciones y decisiones erráticas en esta crisis.
“Los turcos pretenden expandir su ataque mucho más al sur y al oeste de lo que estaba planeado”, señaló Esper.
Tropas turcas cortaron en las últimas horas los accesos a la ciudad de Kobane, una de las ubicaciones de los militares estadounidenses, que ya han comenzado a replegarse.
Un representante estadounidense citado por la cadena CNN admitió que los militares de su país están “en riesgo de quedarse aislados” o de terminar enfrentándose con el Ejército turco. El mismo funcionario dijo abiertamente que Turquía está usando a militantes “extremistas” que están asesinando a civiles en las carreteras.
Las milicias kurdas han alcanzado un pacto con el ejército leal a Bashar Asad y sus principales soportes, Rusia e Irán, para intentar frenar el avance turco. El régimen sirio confirmó a través de la agencia oficial que su ejército avanzará hacia el norte.
La decisión de Trump amenaza con dar un enorme vuelco a toda la situación estratégica de Oriente Próximo eliminando uno de los últimos bastiones donde tenían aliados, que ahora pueden pasar a manos no sólo de Ankara sino de fuerzas cercanas a adversarios tan acérrimos de la política de Washington como Moscú o Teherán.
La incoherente estrategia de Trump fue criticada incluso de forma velada por su ex secretario de Defensa James Mattis, quien dio “por seguro” que el repliegue estadounidense también supondrá una “resurgir” del Estado Islámico.
En este sentido, cerca de 800 mujeres y sus hijos, militantes todas ellas del IS huyeron en las últimas horas del campo de refugiados de Ain Issa, en el norte de Siria, aprovechando el avance de los uniformados aliados de Ankara.
Las milicias kurdas se retiraron del emplazamiento después de que fuera bombardeado por la aviación turca.
El director del Observatorio de Derechos Humanos de Siria (ODHS), Rami Abdulrahman, confirmó el incidente y dijo que la “anarquía” se había apoderado del recinto en medio de la ofensiva turca.
El campo de Ain Issa acogía a más de 13.000 desplazados incluidos cerca de un millar de familias vinculadas al grupo extremista.
Algunas ONG que trabajan en ese área -situada al norte de Raqqa- aseguran que el complejo está vacío y que se ha detectado la presencia de encapuchados patrullando los alrededores. Medios árabes afirmaron que al menos en una carretera local han comenzado a aparecer banderas del IS.
Expertas como Anne Speckhard, directora del Centro Internacional para el Estudio de la Violencia Extremista, que entrevistó a cientos de féminas militantes del IS recluidas en los campos controlados por los uniformados kurdos, incluido Ain Issa, habían alertado que en este último recinto seguía activo un núcleo radical de mujeres que simplemente pensaban que el Estado Islámico no había sido derrotado sino que había decretado una ‘hudna’ (tregua) a la usanza de la época medieval en la que vive esa ideología para reforzar sus posiciones.
“Durante la batalla de Baghouz (el último reducto que controlaba el IS) sus maridos las enviaron a los campos y les dijeron que esperaran el regreso del califato”, opinaba Speckhard en un texto que escribió recientemente.
Los integrantes de las llamadas Fuerzas Sirias Democráticas ya habían advertido el sábado que la custodia de los presos del grupo extremista ya no era una prioridad ante las circunstancias que enfrentan.
“No pueden esperar que nos hagamos cargo de vuestros ciudadanos terroristas mientras a ustedes no les importa que nuestros niños sean asesinado, nuestro pueblo sea desplazado y nuestra región sufra una limpieza étnica”, afirmó uno de sus portavoces, Mustafa Bali en un tuit.
Él mismo cuestionó incluso el supuesto “interés” de Occidente respecto al Estado Islámico pero agregó: “Todos vamos a sufrir las consecuencias muy pronto, pero esta vez no habrá nadie que os haga el trabajo”.
Los responsables de Ain Issa difundieron también un comunicado en el que incidían en el mismo sentido calificando lo ocurrido de “catástrofe que no sólo afectará a Siria, sino que tocará a vuestras puertas en cuanto las cosas salgan de control”.
Las protestas contra la invasión turca se están multiplicando por todo el territorio del vecino Kurdistán iraquí. Este domingo cientos de personas se congregaron frente al consulado de EEUU portando carteles como el que decía “Los únicos amigos de los kurdos son las montañas” .
“Nos han masacrado a lo largo de la historia. Estamos desesperados y enfadados al mismo tiempo”, declaró Karzan Luqman, de 20 años, citado por el medio kurdo Rudaw.
Otro de los manifestantes, un nativo de la ciudad siria de Qamishli, Ahamd Said, ofreció 60 dólares a Trump por aquello de incentivar su atención, dado que según este ciudadano el “beneficio económico” es lo único que motiva al presidente norteamericano.
Otro amplio contingente de ciudadanos de Dohuk se acercaron a un hospital local para donar sangre destinada a los centros de asistencia del territorio vecino.
Los kurdos, tanto los de Siria como los de Irak, no pueden esconder la indignación que les ha generado la decisión del mandatario estadounidense al que dirigen toda suerte de epítetos.
“¿Trump? A ése le tenía que haber agarrado el IS”, manifestó Mahmud Harwan, un vecino de Dohuk que asistía como decenas de sus amigos a las imágenes de bombardeos y estragos del otro lado de la frontera que dominan cada jornada las televisiones del Kurdistán.
Otro representante de las milicias kurdas de Siria, Redur Khalil, también recordó el sábado la “gran cantidad de amigos” que tenían sus tropas “en los tiempos del IS” y cómo esos mismos “amigos nos traicionaron, nos apuñalaron en la espalda”.
Algunas naciones europeas como Alemania y Francia han interrumpido ya sus exportaciones de armamento a Turquía como respuesta a la acción de Ankara en el territorio sirio.
Con información de El Mundo