Más de un millón de personas copaban ayer todas las avenidas hacia una céntrica plaza de Santiago, exigiendo reformas de un sistema económico que consideran desigual y coreando lemas contra el gobierno por afrontar con militares el peor estallido social en tres décadas.
La protesta estudiantil iniciada hace una semana contra el aumento del metro derivó en una crisis social en Chile, con los manifestantes en las calles exigiendo un pedazo más grande de la prosperidad que hizo de este país uno de los más estables de la región.
Camioneros y automovilistas congestionaron además las carreteras que unen Santiago al resto del país para reclamar una baja en las altas tarifas del sistema electrónico de peajes.
Este estallido sin precedentes en Chile, el más grave en casi 30 años desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), representa un claro desafío para su reconocido modelo económico de mercado abierto.
Esta semana, la militarización del país ha ido en aumento para tratar de controlar los desmanes violentos, mientras siguen los toques de queda, que han recordado los peores momentos de la dictadura.
En una semana han muerto 19 personas en los disturbios que dañaron seriamente la red del metro de la capital que moviliza unos tres millones de personas a diario, y a los que siguieron enfrentamientos, saqueos e incendios en Santiago y otras ciudades.
El movimiento hasta ahora no ha mostrado un liderazgo claro y las convocatorias se han realizado mayoritariamente a través de redes sociales.
Ante la multiplicación de denuncias sobre la acción de los militares, que están desplegados en las calles desde el sábado, la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la expresidenta chilena Michelle Bachelet, anunció el envío de “una misión de verificación para examinar” la situación.
Ayer regía el séptimo toque de queda nocturno consecutivo, entre las 23:00 de ayer y las 4:00 de hoy.
En tres semanas, Santiago debe albergar la cumbre de líderes del Foro Económico Asia-Pacífico (APEC), donde se espera la posible llegada de los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump; de Rusia, Vladimir Putin, y de China, Xi Jinping. Después también debe organizar la final de la Copa Libertadores.
Con información de El Heraldo de México