¿Por qué la ósmosis inversa es el sistema de desalación más avanzado, eficiente y beneficioso que existe actualmente para el planeta?
El agua es un recurso imprescindible para la vida, y sin embargo más de un 40 % de las personas tienen problemas de acceso a ella. Del total que hay en la Tierra, solo el 2 % es dulce. Se encuentra congelada en los glaciares o en estado líquido en el suelo.
Esta última es la que usamos las personas a diario. El resto, es decir, casi toda, es salada. ¿Podemos aprovecharla para abastecer aquellos lugares que más la necesitan? Sí. La tecnología de la desalación lo hace posible. El sistema más avanzado y eficiente es la ósmosis inversa.
La ósmosis es un fenómeno físico por el cual si dos líquidos separados por una membrana semipermeable con diferente concentración entran en contacto, esta tiende a igualarse. El líquido de menor concentración atraviesa la membrana hacia el de mayor concentración.
En la ósmosis inversa invertimos el proceso. Tomamos agua de mar, solución con una alta concentración, le aplicamos una gran presión y la hacemos pasar a través de la membrana. Al otro lado obtenemos agua sin sal, mientras que en el lado original queda el agua restante con la sal que la membrana ha impedido pasar.
En la desalación por ósmosis inversa, el agua es recogida del mar y recibe un primer tratamiento en el que son eliminadas impurezas, aceites, algas, residuos. Una vez libre de sustancias orgánicas, el agua con sal es sometida a la ósmosis inversa.
En el filtrado se obtienen dos corrientes: agua dulce y salmuera. El agua dulce pasa por un proceso de remineralización y cloración, se almacena en depósitos y, de ahí, se envía a la red de distribución para su consumo. La salmuera, por su parte, es diluida antes de ser devuelta al mar para evitar concentraciones de sal que, de otro modo, podrían ser nocivas para el ecosistema.
La ósmosis inversa no solo es el sistema de desalación más avanzado, sino también el más eficiente y el más beneficioso para el planeta: genera hasta 4’5 veces menos de emisiones de efecto invernadero que el resto de tecnologías, no produce ningún impacto ambiental en el ecosistema marino y es capaz de recuperar gran parte de la energía que utiliza en el proceso.
Con información de Ambientum