Alexander Gauland (78 años, Chemnitz) es el colíder y la figura de referencia de Alternativa por Alemania (AfD), el joven partido de ultraderecha alemán que hace dos años entró por primera vez en el Parlamento con un 12,6% de los votos y 92 diputados. Desde entonces, AfD ha logrado consolidar su apoyo a caballo de un discurso antiinmigración y ahora también antiecológico. Mientras, la facción más radical del partido va ganando terreno y pondrá a prueba su influencia este fin de semana en el congreso del partido, donde se elegirá a una nueva ejecutiva.
Gauland no oculta su deseo de abandonar la dirección de la formación, pero en una entrevista en su despacho del Parlamento en Berlín junto con La Repubblica, asegura que no lo decidirá hasta el último momento. Aspira a orquestar una sucesión ordenada en un partido anárquico y propenso a las luchas intestinas y a las escisiones. A él se le considera el padre de AfD, capaz de integrar a todas las facciones, también las más radicales.
Con aire profesoral, Gauland niega impasible una tras una las críticas y acusaciones a un partidoque encadena declaraciones xenófobas y antisemitas y cuyos líderes son auténticos maestros a la hora de sugerir sin decir.
Pregunta. Usted quiere dejar la jefatura del partido pero ha dicho que no decidirá hasta el último momento si se presentará a la reelección este fin de semana. ¿Por qué?
Respuesta. Depende de las posibles mayorías, de que haya un empate. Yo prefiero un cambio, encabezado por el candidato [Tino] Chrupalla y no presentarme, eso está claro, pero solo puedo decidir en el último momento.
P. Hace dos años y medio, AfD debatía sobre la posibilidad de expulsar a Björn Höcke tras sus comentarios sobre el monumento al Holocausto. Ahora, Höcke se encuentra en el centro del partido.
R. Eso tienen que preguntárselo a Höcke, yo no puedo decidir quién está a la derecha o a la izquierda. Hay gente que yo sé que pertenecen Der Flügel [el ala más radical del partido] y ellos sin embargo no lo reconocen. Siempre se trata de concluir que el partido se derechiza, ya lo sé, pero no es así.
P. ¿El partido no se ha radicalizado?
R. No, es un debate sobre personas y puestos como en cualquier partido en el que conviven intereses diferentes.
P. Ustedes dicen que son un partido protesta, pero su objetivo último es gobernar. En Alemania ningún partido quiere cooperar con ustedes. ¿Creen que el cordón sanitario aguantará?
R. Al final se romperá como sucedió con Los Verdes y Die Linke. A largo plazo, las fuerzas democráticas fuertes no pueden ser excluidas del discurso democrático. Se intenta y dura un tiempo hasta que deja de aguantar. Ya vemos los inicios, cómo en Turingia no se puede formar Gobierno y cómo 17 miembros de la CDU han dicho que quieren hablar con AfD.
P. Merkel ha pronunciado un discurso muy emocional en el Bundestag esta semana en el que ha dicho que la libertad de expresión acaba cuando empieza la discriminación.
R. Si se considera que cualquier opinión que disienta de la de Merkel o de los otros partidos en el Parlamento es un discurso de odio, entonces no estoy de acuerdo. El problema es que representamos una política distinta a la de casi todos los demás. Quiero poder decir que no quiero una inmigración descontrolada en este país. Que la gente de África procede de una cultura, que no necesariamente pertenece a nuestra sociedad, como vemos en la creación de sociedades paralelas. Si eso es discurso de odio, estoy en contra de las palabras de Merkel. Alemania es el país de los alemanes, igual que España es el país de los españoles.
P. Pero un cuarto de alemanes tiene origen extranjero.
R. Eso son los que tienen pasaporte alemán, eso es otra cosa. No existe el derecho humano a emigrar a otro país y quedarse ahí.
P. Sí hay leyes internacionales como las convenciones de Ginebra.
R. Eso es diferente. Cuando alguien está perseguido por la guerra, uno tiene protección, pero cuando el conflicto acaba, el derecho al asilo se termina. Tenemos mucha gente que simplemente busca mejores condiciones de vida y yo quiero evitar ese tipo de inmigración.
P. La crisis de los refugiados ya pasó. ¿Sigue siendo este tema una prioridad para su partido?
R. Una de las prioridades es una limitación clara de la inmigración y la protección de las fronteras, pero también criticamos los rescates del euro y la histeria de la política climática.
P. ¿Debe Alemania salirse del euro?
R. El euro es un error que no durará mucho. Una moneda para economías totalmente diferentes, nunca ha funcionado. No estamos necesariamente a favor del marco alemán, pero una moneda debe operar en un espacio relativamente uniforme. No tenemos problema en compartir una moneda con Holanda o Bélgica, pero tenemos problemas con Grecia o con Italia. El euro solo funciona si se rescata a Grecia continuamente y si se quema mucho dinero del contribuyente alemán por el camino. No estamos a favor de cofinanciar la deuda pública italiana. Cada uno tiene que ser responsable de sus deudas y sus políticas.
P. ¿A qué se refiere con la histeria del clima?
R. Alemania es responsable del 2% de las emisiones contaminantes. ¿Cómo puede la reducción de esa cifra evitar el cambio climático? Merkel dice que quiere dar ejemplo, pero nadie le sigue. Nadie abandona el carbón y la energía nuclear a la vez. Los polacos tienen su carbón y los franceses sus nucleares. Nadie imita nuestra revolución energética, pero a los consumidores les cuesta muy caro. ¿Qué sentido tiene exigir una política con la que no se consigue nada?
P. Los episodios de miembros del partido acusados de antisemitismo se repiten.
R. Solo hay un caso, el del señor [Wolfgang] Gedeon de Baden-Württemberg y queremos excluirle del partido, pero es difícil, según la ley. En Alemania, el procedimiento para expulsar a alguien de un partido es muy difícil. Conseguimos sin embargo expulsar a Sayn-Wittgenstein.
P. Las acusaciones por parte de otros partidos son cada vez más duras contra ustedes. Desde el campo conservador, políticos muy relevantes han llamado nazis a miembros de su partido.
R. Cada día en el Bundestag nos llaman fascistas, nazis o el brazo político del terrorismo de derechas. El efecto es que al final el abuso de esas palabras hace que pierdan su efecto.
P. Tras el asesinato de Walter Lübcke y el atentado de Halle tanto el resto de partidos como la comunidad judía les acusan de alimentar un clima de odio y de traspasar las líneas rojas con el lenguaje.
R. Son afirmaciones que no se sustentan. No nos pueden relacionar de ninguna manera con esos crímenes. Quieren hacer la conexión según la cual nosotros incitamos al odio y luego alguien lo asume, pero no hay ninguna evidencia empírica. El único objetivo es excluirnos del debate democrático. En los dos casos, los autores fueron individuos que actuaron por su cuenta.
P. Hay decenas de políticos alemanes amenazados por la extrema derecha. Mientras, los servicios secretos internos mantienen a Der Flügel bajo observación.
R. Consideramos el informe de los servicios secretos y las sospechas sobre Der Flügel completamente equivocadas. Respecto a las amenazas, yo también estoy amenazado.
P. ¿Por extremistas de derechas?
R. Probablemente no, pero la policía no me deja ni ir en tren solo. Las amenazas son siempre criminales, pero no proceden solo de un lado.
P. ¿No tienen nada que ver con el discurso del odio y la discriminación?
R. No se trata solo de la derecha malvada, pero que las redes sociales nos han conducido al embrutecimiento, es totalmente cierto.
Con información de El País