Andrés Manuel López Obrador cumple este domingo un año como presidente de México, cargo al que llegó con una arrolladora mayoría prometiendo un cambio de ciclo que acabaría con la corrupción y la violencia. Sin embargo, ambos objetivos se le resisten, mientras le surgen desafíos como las amenazas estadounidenses o la llegada del ex presidente boliviano Evo Morales.
‘AMLO’, como le ha bautizado la prensa mexicana, ganó las elecciones presidenciales del 1 de julio de 2018 como abanderado de Juntos Haremos Historia, una coalición de izquierda capitaneada por su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Se impuso con un 53 por ciento, sacando más de veinte puntos a su rival inmediato, el ‘panista’ Ricardo Anaya.
A sus 66 años, López Obrador ha supuesto la revolución que prometió en campaña, al menos en las formas. Así, ha abandonado Los Pinos, residencia habitual de los presidentes mexicanos, para instalarse en un apartamento de 300 metros cuadrados que ya existía en el Palacio Nacional con su mujer, Beatriz Gutiérrez, y su hijo, Jesús, cuando éste termine el curso escolar.
Otro giro de López Obrador han sido sus ya famosas ‘mañaneras’: ruedas de prensa que ofrece todos los días desde el Palacio Nacional, empiezan a primera hora y se pueden extender varias. Las usa para realizar anuncios y aclaraciones, tanto de él como de sus ministros, y para responder a las preguntas de los periodistas.
Sin embargo, en lo que se refiere a cuestiones de fondo, aún no ha colmado las expectativas que él mismo generó durante la campaña, en la que prometió librar al país de la corrupción y la violencia asociadas al crimen organizado, que suponen su mayor lacra.
En lo tocante a la corrupción, ha atacado a “algunas grandes figuras”. Destaca el ex presidente de PEMEX Emilio Lozoya, contra el que se ha emitido una orden de captura por causar a la petrolera estatal un daño que el Ministerio de Hacienda ha cifrado en más de 119 millones de dólares.
Pese a ello, “hay preocupación porque la Administración de AMLO no está haciendo lo suficiente en términos de construcción institucional, de despejar el camino para mejorar el Estado de Derecho, de modo que en el futuro pueda haber un cambio real” en la lucha contra la corrupción.
OVIDIO GUZMÁN Y LOS LEBARÓN
En cuanto a la violencia, López Obrador había prometido una batería de medidas para “pacificar” México que iban desde amnistías a pequeños delincuentes –aquellos que no tuvieran poder de mando en las organizaciones criminales– a la creación de una fuerza unificada.
De momento, ha creado la Guardia Nacional, integrada por militares y policías que han superado un proceso de selección y un entrenamiento específicos con el propósito de ser la fuerza de choque contra el crimen organizado.
Para Amnistía Internacional, la Guardia Nacional supone dar continuidad a “una estrategia de seguridad militarizada” que desde su puesta en marcha, bajo el Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), ha dejado miles de muertos.
Zissis indica, no obstante, que por ahora la Guardia Nacional no se ha utilizado para su objetivo original, sino que López Obrador la ha enviado a la frontera para cumplir el acuerdo migratorio firmado con Estados Unidos.
La crisis de seguridad que sufre México tuvo su apogeo el pasado 17 de octubre, cuando los uniformados localizaron y detuvieron a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, antiguo líder del Cártel de Sinaloa, en un operativo en Culiacán que acabó con su liberación por la fuerte respuesta de los ‘narcos’.
López Obrador ha reconocido que este ha sido uno de los momentos más “difíciles” de su primer año de Gobierno. “Fue una guerra breve, la más breve en la historia, una guerra de cuatro horas”, ha dicho, defendiendo que “se actuó bien” porque “lo más importante fue cuidar la vida de las personas”.
La masacre de los LeBarón fue otro de esos momentos. El 4 de noviembre, hombres armados interceptaron a esta familia de mormones estadounidenses cuando viajaba entre Chihuahua y Sonora acabando con la vida de trece de ellos, incluidos menores de edad. La principal hipótesis es que les confundieron con un grupo rival.
CRISIS DE DDHH
Amnistía Internacional lamenta que tampoco se han observado “cambios sustanciales” en materia de Derechos Humanos, aunque menciona avances parciales en algunos temas, por ejemplo, en la lucha contra las desapariciones forzadas.
López Obrador ha relanzado la investigación sobre la desaparición de los 43 ‘normalistas’ de Ayotzinapa. “Ya no se puede hablar de crímenes de Estado porque ahora (…) el que les habla no va a permitir ninguna injusticia”, dijo coincidiendo con el quinto aniversario.
La ONG ha señalado entre los problemas “más urgentes” la erradicación de los feminicidios. Entre el 1 de enero y el 30 de septiembre se habían registrado 748 víctimas, “con un promedio mensual al alza”, y “no se distinguen ni en el corto ni en el medio plazo medidas concretas que permitan (…) acabar con la impunidad”.
“Para poder lograr un cambio sustancial en Derechos Humanos, el Gobierno tiene que dejar de culpar a las administraciones anteriores de la situación y, en su lugar, aceptar la responsabilidad de lo que sucede en el presente y buscar soluciones”, le ha instado Amnistía Internacional.
LA RELACIÓN CON TRUMP
En el plano internacional, López Obrador ha procurado mantener “buenas relaciones” con Estados Unidos, su vecino del norte, al que le unen lazos comerciales y personales, pero ha sido complicado dado el carácter de su homólogo, Donald Trump.
Trump amenazó a López Obrador con un arancel a las importaciones de productos mexicanos si no adoptaba medidas contundentes para frenar el flujo migratorio que, aunque constante, se visibilizó con las caravanas centroamericanas. Finalmente, ‘AMLO’ cedió a un acuerdo migratorio que permite a los solicitantes de asilo esperar la respuesta de la Administración estadounidense en territorio mexicano y le obliga a blindar la frontera común.
Amnistía Internacional ve en este acuerdo una “incongruencia abismal entre lo que el Gobierno dice y lo que luego hace”. “Promete un trato más humano a las personas migrantes y en necesidad de protección internacional, pero manda a la Guardia Nacional a perseguirles y detenerles”, ha criticado.
Las tensas relaciones bilaterales han sufrido un nuevo envite por la decisión de Estados Unidos de calificar de organizaciones terroristas a los cárteles de la droga, lo que en un escenario extremo le permitiría lanzar un operativo militar en México. López Obrador se ha negado a que su vecino le “limpie” el país, pero Trump confía en que termine accediendo.
López Obrador también ha tenido complicado desplegar su política de no injerencia, por la cual no ha reconocido a los autoproclamados presidentes de Venezuela, Juan Guaidó, y Bolivia, Jeanine Áñez, y ha dado asilo político a Morales. “Aunque ‘AMLO’ está intentando centrarse en la política nacional, de vez en cuando el resto del mundo se lo impide”, apunta Zissis.
La analista de AS/COA considera que la importancia que el mandatario mexicano da a los asuntos domésticos es precisamente la clave de que, a un año de asumir el cargo, mantenga una gran popularidad –cercana al 70 por ciento–.
“Se pasa gran parte del fin de semana viajando por el país, yendo a distintas ciudades y hablando directamente con la gente (…). Por eso, muchos de sus simpatizantes se sienten escuchados”, explica.
Con información de El Periódico de México